Tragaluz
Psicoanálisis de Ecuador desde los llantos de MasterChef
Sociólogo, doctor en Ciencia Política de la Universidad de Salamanca. Durante 12 años adquirió destrezas en el periodismo. Empezó como redactor económico en el Diario Hoy, donde llegó a ocupar el cargo de Director General. Tras cursar estudios de postgrad
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MasterChef Ecuador -la buena producción que nos ofrece Teleamazonas- puede ser usada como un atajo psicoanalítico y sociológico para descifrar facetas del alma ecuatoriana en esta segunda década del siglo XXI. Me fijaré solo en una ellas.
Entre las cosas más sorprendentes que nos han mostrado los participantes del famoso concurso de cocina, alrededor de 200 ecuatorianos, está su propensión al llanto.
Lloran, claro, por llegar hasta el final del concurso y ganarlo; pero, esencialmente, por mamita, los hijos, los nietos, el papá, la familia, por no defraudarlos. Revelan los concursantes una presión inmensa autoimpuesta en medio de la dureza de los implacables jueces.
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Todo el drama lacrimógeno tenía como objetivo recibir la codiciada cuchara de palo con la cual Kevin continuaría a la siguiente fase del concurso.
Impactante el dramatismo de la escena. Una suerte de autosometimiento al juez, llanto y gritos. Un reality dramatizado perfecto.
Cuando escribo esta nota, Kevin sigue vivo en el concurso, y día a día se esfuerza por lograr que sus platos satisfagan el exigente paladar de los jueces.
Desde este pequeño rincón del periodismo digital, todos mis buenos augurios para él.
Llora el abuelo, llora la modelo, la madre de familia, la ama de casa, el padre, el joven... Y llora Kevin.
El programa de Teleamazonas nos acerca a un conjunto de personas que comparten la misma afición por la buena cocina. Todos ellos, dicho sea de paso, personas interesantes, comprometidas, creativas, en sus vidas cotidianas y privadas. Personas de mucha calidad.
¿Qué expresan los llantos? Lanzo mi hipótesis de sociólogo vago y aprendiz de psicoanalista: las pocas oportunidades que tienen los ecuatorianos para triunfar, salir adelante, realizar sus sueños y deseos. Y cuando se les presenta una ventana en la vida, una única oportunidad, pues sienten que es ahora o nunca.
Se juegan, literalmente, la vida. Y cuando uno se juega la vida, no puede defraudar. En la búsqueda angustiosa de triunfos casi imposibles se puede fácilmente perder el realismo, levitar con el sueño.
¿Quiénes lloran? ¿Quiénes van al concurso de MasterChef? Segunda hipótesis de sociólogo vago: son personas básicamente de clase media, con muy distintas y heterogéneas ocupaciones sociales, y personas de grupos sociales bajos pero con una posición estable.
Masterchef representa para todas ellas la opción de un salto casi inimaginable en su vida. Por eso lloran. Si ganarse la lotería fuera un golpe de suerte probabilístico, ganar Masterchef tendría el mismo efecto pero con base en el esfuerzo en un reality. Por eso lloran, por no dejar pasar la única oportunidad que ofrece la vida.
Lloran porque el país no entrega oportunidades de triunfos grandes, lloran por ver realizados sus sueños en un país tan jodido como el nuestro; lloran por no defraudar; lloran por amor; por cursilería y por frustración.
Y lloran por el famoso delantal que los lleve, de un solo golpe, al paraíso deseado.