En sus Marcas Listos Fuego
Proyecto lector 2024
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
Ya basta de tragedias, escándalos, corrupción y sangre. Cerremos el año con este proyecto, para que 2024 sea un año que valga la pena ser leído.
He proyectado una nueva tradición de fin de año en un país donde el 27% de la población no lee y si se saca un promedio de cuánto lee el 73% restante, dice el INEC que aquí se lee 1/2 libro al año. Es decir, tercermundismo cerebral puro y duro.
La Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y Consumos Culturales ha determinado que quienes más leen en el país son las personas de entre 12 y 17 años (obvio, porque van al colegio).
Por eso, en una tierra donde todos claman por progreso mientras en sus vidas diarias son fieles al retroceso, para luego ir a las urnas sin ninguna formación profunda y después sentirse ofendidos si les digo que el pueblo es todo menos sabio, terminaré el año recomendándoles libros que sé que les van a gustar, para que nosotros, los que leemos, podamos hacer la diferencia en este calamitoso país de monos con cuchillo.
Creo firmemente que seríamos un mejor país si todos leyésemos al menos dos libros de literatura por semana (sí, 96 libros anuales), pero como sé que soy soñador, jugaré de forma conservadora y de los libros que leí en el 2023, seleccioné 20 de temática variada, para que sea entretenida para todos los gustos. ¿El reto? Leerlos en el 2024. Ahí vamos:
1. Vivir abajo de Gustavo Faverón – Novela negra, muy negra. Bellísima, loquísima, perturbadora, puf, negrísima. Faverón es un maldito genio. Desde que leí esto, su sombra me persigue.
2. Hablar solos de Andrés Neuman – Yo amo a Neuman, pero este libro, el más pequeño y sencillo de todos, me caló hasta los huesos. Doloroso como un despertador. Me sigue doliendo y me sigue despertando. Sigue retumbando en mi cabeza mientras hablo solo.
3. Un verdor terrible de Benjamín Labatut – La mejor novela científica de la década. La historia de los grandes inventores de la destrucción de la humanidad. ¡Magnífica!
4. La muerte contada por un Sapiens a un Neardental de Millás y Arsuaga – Un diálogo sobre la muerte, entre un escritor de literatura y un paleontólogo, que no les va a dejar indiferentes. Libro de cabecera.
5. Cinco esquinas de Mario Vargas Llosa – No es el mejor libro de Vargas Llosa, pero es un libro fundamental en la actualidad ecuatoriana. Un libro sobre el periodismo de extorsión, aunque el Rolando Garro ecuatoriano ya no esté entre nosotros, porque entre nosotros siempre habrá un Rolando Garro.
6. De amor y de sombra de Isabel Allende – Una obra bellísima sobre el amor en medio de los crímenes de Pinochet. La historia de los desaparecidos por la dictadura contada desde el realismo mágico.
7. El síndrome de Ulises de Santiago Gamboa – ¡Wow! No tengo palabras. La vida de un migrante pobre, muy pobre, exguerrillero colombiano que estudia literatura latinoamericana en la Sorbona en París. Lo más oscuramente erótico, sexual, sucio y profundo que leí en el año. Lo mejor de Gamboa.
8. Elizabeth Finch de Julian Barnes – Una obra bellísima de estoicismo. Mi libro favorito de Barnes.
9. Mi año de descanso y relajación de Ottessa Moshfegh - ¿Algo más loco que este libro? El que lo lea. Jamás me imaginé que leer sobre una adicta a los narcóticos que narra su historia desde la sedación, el encierro y la depresión, pudiese atraparme.
10. Las gratitudes de Delphine de Vigan – Una novela que se desarrolla en un asilo de ancianos, donde la gratitud es el clímax.
11. El eterno retorno de Friedrich Nietzsche - Las lecciones más profundas sobre la moral se encuentran en esta genialidad de libro de Filosofía. De hecho, yo, como ateo, guío mi moral desde esta filosofía, la de Ewige Wiederkunft.
12. Algún día, hoy de Ángela Becerra – Una novela enorme, una novela cursi, una novela romántica que creí que no leería y que me tuvo varias horas sin despegarme de ella. Realismo mágico romántico feminista.
13. Las malas de Camila Sosa Villada – ¡Pero qué novelón carajo! No me vi leyendo esto hasta que la terminé sin aliento. Una novela sobre la vida sexual de las prostitutas transexuales y transgénero en Argentina. Impresionante, crudísima, lubricadísima, durísima, desgarradora. Una cachetada. ¡Salvaje!
14. Temporada de huracanes de Fernanda Melchor - ¿Les gusta Guillermo Arriaga? Esta mujer tiene su estilo y calidad. Una novela mexicana adictiva sobre las adicciones, la pobreza, el abandono, el crimen. ¡Un diamante!
15. Bonsái de Alejandro Zambra - ¡Carajo! ¿Cómo no me advirtieron que en tan pocas líneas podía decirse tanto? ¿Cómo nadie me dijo que la vida entera podría caber en una oración?
16. Todo se desmorona de Chinua Achebe – La mejor novela nigeriana que se ha escrito en la historia. Un aprendizaje cultural sin par. Vale la pena leerla. Definitivamente vale la pena.
17. Los genios de Jaime Bayly – ¡Espectacular! La biografía privada y escondida de la amistad y enemistad del Gabo con Vargas Llosa. ¡Puf! Un manjar. No entiendo por qué diablos están leyendo esta columna y no este libro.
18. Una novela criminal de Jorge Volpi – Este libro es obligatorio. Punto. No admito discusión en contrario. Punto.
19. Por qué creemos en mierdas de Ramón Nogueras - Debería estar prohibido entrar a redes sociales sin haber leído esto. ¡Prohibido!
20. Las tempestálidas de Gospodínov – Entra en mi top de libros de la década. Un libro sobre el Alzheimer donde cada línea te arranca mil suspiros. El búlgaro que escribió esto debería ganar todos los premios. No es un escritor, es un artista.
Seleccioné estos 20 libros porque creo que les van a gustar. Hicieron de mi 2023 un año de meditación sobre tantos aspectos de la naturaleza humana, que me urge compartirlos.
Todos los diciembres llegaré con una lista similar. El fin es que todos entendamos que la literatura nos hace pensar, nos hace vivir mil vidas ajenas y las hace propias; nos hace viajar sin restricciones. La literatura nos permite ser, en nuestras propias vidas, seres integrales, completos, vividos. Sin literatura somos un cúmulo purulento de vísceras destinadas a una muerte indigna.
Transitamos por un mundo de tanta trivialidad, de tanto scrolling, que cada vez se enquista más este fenómeno en que quienes ignoran por completo un tema, lo defienden vehementemente, sin argumentos, como si su vida dependiera de ello.
Quizá con literatura podamos arrebatar el babero a tanto baboso.
Es hora de que todos contribuyamos en el ocaso de los ignorantes, caso contrario, seguirán siendo mayoría en aquel medio al que yo llamo “la triste, vacía y prostituida libertad de expresión”.
¿Se unen?