En sus Marcas Listos Fuego
La putería – El punto ciego de Fiscalía
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Fuerte el título. Pero sí. Hoy vamos a hablar de prostitutas (legales e ilegales), de coca, éxtasis, orgías y yates orgásmicos. Lo siento, pero alguien tiene que hablar de esto.
Me han pedido que me calle. No puedo hacerlo más. No podemos vivir desviando la mirada cuando no nos gusta lo que vemos.
No siempre coincido con Diana. A veces la apoyo, a veces no. Es parte de esto, de ser humanos, pero no puedo negar, porque sería un descaro negarlo, que la cruzada contra el narco incrustado en la política y en la justicia es un hecho irrefutable.
Diana y su equipo van en un 4x4 blindado y sin freno contra quienes han convertido a la justicia en una bulbosa y vulgar meretriz, pero en ese vehículo conducen con un retrovisor con un punto ciego gigante, el cual hoy develaré.
En el mundo del crimen organizado judicial, liderado por abogansters, jueces de alquiler, fiscales en calidad de chulos y delincuentes que regentan el sistema, es mínimo el porcentaje que se paga con billetes.
La corrupción en este estilo de delincuencia no se paga ni compra en dinero. No. Bienvenidos a una antiquísima tradición de las sombras.
Pero para que esta narrativa tenga condumio, debo contarles una historia personal. Una historia que de un bofetón me abrió los ojos.
Yo tenía 28 años, me iba bien, mi oficina crecía y, en mi sala de reuniones, me esperaba una mujer pequeñita, cuyo nombre borré, a conveniencia, de mi memoria para siempre.
Le pregunté, como acostumbro: “mucho gusto, cuénteme, ¿qué puedo hacer por usted?”
Resulta que ella comandaba un famoso prostíbulo de Quito, de dámas triple A -me dijo-, y estaba preocupada porque estaba siendo investigada por Fiscalía.
Porque sí – confesó – no todas mis niñas están ahí por voluntad propia. Y sí -no había quien le pare la lengua – no todas son mayores de edad. Un maldito fiscal, dado de honesto, anda indagándonos y necesito que esto pare, porque mis jefes me han pedido que lo solucione a cualquier precio.
Me puse nervioso. Empecé a transpirar. Decirle que no a esta gente puede ser mortal.
Así que usé mi vieja confiable (la cual por cierto es 100% real). Le expliqué que no puedo ayudarle porque es política de mi firma nunca, bajo ninguna excepción, aceptar honorarios que provengan de trata de personas, de drogas, de la prostitución, del sicariato, etc.
¡Y toma! Vino el baldazo de realidad. Con ternura se burló de mí. Me contó, como a niño, que ella jamás pensó en pagarme ni en efectivo ni en cheque ni en transferencia.
Doctorcito, no sea pendejo – me dijo con cariño – yo le pago como se pagan estos servicios y así le damos la bienvenida al club. Usted plantéeme el honorario. No le voy a regatear, tranquilo, sino que vamos a convertir su cifra en horas.
¿En horas? – pregunté yo.
Sí, mijo. Por ejemplo, si me pide 100 mil dolaritos, yo se lo cambio por 250 horas en sexo, con las niñas que usted elija. Están divinas. Puede ser una a la vez o muchas al mismo tiempo, ahí si depende de su resistencia – me guiñó el ojo – y, por ese valor, durante el uso de esas 250 horas, le abastecemos de viagra, coca, éxtasis, bazuco, la pepa que usted pida. Ya sabe, todos los juguetes incluidos.
En este punto mi espalda tenía ya marcada una línea de sudor. Mis manos, húmedas, tatuaban la madera de la mesa. Entonces, hice lo más valiente que había hecho hasta ese momento en mi vida. Me negué. Le dije con voz temblorosa que no.
Sí, le pedí perdón, pero le dije que no me sentía cómodo y le reiteré que no puedo tomar esos casos, que son las reglas, mis reglas, y que nunca las quebranto.
Me sonrío y pasó, para mi maldita buena suerte, lo inesperado: aceptó mi negativa sin reparos, me agradeció por mi tiempo y, tras 8 años de ese suceso, sigo vivo. Hoy, tras 8 años y tras Metástasis y Purga, por fin puedo valorar mi decisión.
Esta experiencia aterradora, donde una mujer diminuta me petrificó del miedo tratándome como a un crío, me llevó a investigar más sobre este tema.
Ahí fue cuando me quité la venda. Descubrí que quienes defienden al crimen organizado no facturan, fornican; no llenan sus cuentas, llenan sus narices.
Descubrí que en el mundo político las coimas son muy peligrosas por ser rastreables, por lo que muy pocos, muy muy pocos, acepan sobornos en paraísos fiscales.
Los grandes negociados en este país se cierran en yates privados en Cartagena o en Dubrovnik, con 30 prostitutas de lujo, preservativos, lubricante y droga ilimitada.
En esos yates, durante semanas, pasean desnudos políticos, grandes estadistas, célebres ecuatorianos, narcos, mujeres, jueces, fiscales y abogados de renombre.
Las mandíbulas se les desencajan, las pupilas se dilatan. Una semana de buen encerrón cierra un contrato con sobreprecio y todo de regreso a la normalidad.
El sobornado en orgasmos regresa a su casa, besa a sus hijos. El abogado vaciado de esperma regresa a la cátedra en la universidad y da lecciones de moral a sus alumnos. El juez con resaca y piernas temblorosas regresa a administrar injusticia.
Sí, todo regresa a la normalidad, a este mundo en el que yo apoyo a que Fiscalía purgue el sistema, pero en una normalidad que nos rebasa, porque no hay Unidad de Análisis Financiero que permita cuantificar el pago de honorarios en espasmos de un orgasmo con una niña de 14 años prostituida por unos monstruos, ni método investigativo que determine el valor de un soborno pagado en orgías de eslavas, esclavas y polvo blanco.
Es que no hay radar que permita cuantificar procesalmente, no esta realidad paralela, sino esta simple y llana realidad.
Por eso aplaudo la purga, la aplaudo de pie. Luego me siento y recuerdo que la oscuridad es tanta que no habrá purga capaz de iluminarla.
Perdón por mi pesimismo.
En el momento que esta columna se publique estaré iniciando un nuevo semestre en la Universidad y obligaré a mis alumnos a leerla. ¿Por qué? Para que sepan que en la vida existen decisiones retractables e irretractables.
Para que ellos sepan que esto que narro hoy es una decisión de la que no hay vuelta atrás. Para que entiendan que cuando le dices sí al crimen organizado pasas a pertenecerles y que, renunciar a darles un servicio se lo hace solo con los pies por delante.
¿Quieren ayudar en la purga? Basta con que nunca formen parte de la masa tumorosa dispuesta a vender todos sus principios por la adrenalina de una vida intensa en la oscuridad. Mientras más estemos en la luz, menos quimioterapia requerirá la metástasis.
Ser honesto, estar limpio, recuérdenlo siempre, es mucho más fácil que descender al infierno.