El Chef de la Política
Primer debate: Lasso gana (poco), Arauz empata, Pérez pierde (mucho)
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Al menos dos debates presidenciales se han propuesto de cara a las elecciones de febrero. Uno de ellos, organizado por Diario El Comercio y realizado el pasado fin de semana, contó con todos los candidatos excepto dos: Arauz y Pérez.
Dado que las encuestas coinciden en que los ausentes, junto a Lasso, son los que tienen opciones reales de pasar a segunda vuelta, la valoración inicial que se puede hacer de dicho encuentro es que fue un espacio para que los que vienen detrás puedan exponerse y, eventualmente, mejorar en alguna décima su caudal de votos.
No obstante, para Lasso también fue el momento de ganar el voto de algunos indecisos, ratificar el disgusto de sus detractores y mantener en firme a los electores que ya se han decantado por su candidatura. En resumen, para Lasso la mejor opción era asistir, pues tenía muy poco que perder y algo que ganar. Hoy por hoy, todos los votos cuentan.
La decisión de Arauz también es comprensible desde la perspectiva de sus propios intereses. Tiene un voto leal, firme, altivo y soberano, de alrededor de veinte puntos porcentuales a los que ha agregado algunos más de gente que cree firmemente que todo pasado fue mejor.
Con eso le alcanza y le sobra para llegar en primer lugar a segunda vuelta. Si bien el debate le podía servir para pescar algo más de votos entre el grupo de indecisos, ello implicaba exponerse a ser el blanco de críticas de la mayoría de los competidores.
En dicho escenario, corría el riesgo de ganar poco y acaso perder a algunos de los que ahora no consideran que él sea su mejor opción, pero que, de lo que hay, es lo que más se acerca a sus preferencias. Una decisión conservadora la de Arauz, pero que modifica en muy poco lo que ha conseguido hasta ahora.
Antes y después del debate, Arauz es lo mismo.
A diferencia de Lasso y Arauz, con Pérez se abre un abanico de interrogantes respecto a su ausencia. Si se parte del supuesto de que era la candidatura con mayor oportunidad de crecer electoralmente y que, por tanto, tenía espacio para capturar el voto de los indecisos, no haber sido parte del debate luce como una decisión fallida por donde se lo mire.
A diferencia de sus dos principales oponentes, Pérez no genera un voto de rechazo tan marcado; por tanto, para quienes han barajado en algún momento la posibilidad de entregarle el voto al representante del indigenismo, esta era la oportunidad para terminar de convencerse.
Sin embargo, con su ausencia, Pérez ha provocado que una porción de ese grupo se haya decidido por cualquiera que no sea Arauz o Lasso. Dicho efecto negativo quizás se hizo expansivo también a otros, los abiertamente indecisos, quienes a partir de hoy dejan de ser parte de ese codiciado grupo de electores.
En definitiva, si a alguien le convenía asistir al debate era precisamente a Pérez. Jugaba como en casa y con todas las cartas a su favor. Nadie lo hubiera atacado directamente pues no sería políticamente correcto hacerlo viniendo su candidatura desde las minorías.
A la par, ese debate era el espacio perfecto para diferenciarse de la candidatura de Lasso, con quien estaría disputando el paso a segunda vuelta.
Al igual que Arauz, la decisión de Pérez es conservadora. La diferencia está en que el primero tiene ya su espacio en el ballotage mientras que con este desliz, Pérez quizás ha condenado su candidatura al honroso tercer lugar.
Independientemente del balance del primer debate, resta aún el enfrentamiento oficial, obligatorio por disposición legal, que el CNE planea realizarlo este fin de semana.
Seguramente allí se verá a un Arauz mesurado, prudente y convencido de que su mejor jugada será evitar cualquier tensión. Lasso, fortalecido luego del round de sombra del 9 de enero, irá con ímpetu y en búsqueda de mostrarse como el legítimo opositor de la década de gobierno de la Revolución Ciudadana.
De su lado, Pérez intentará remontar el terreno cedido por sus propias decisiones. En función de sus aspiraciones presidenciales, ojalá no le resulte demasiado tarde.
Debatir propuestas constituye un deber cívico y da cuenta de la responsabilidad del candidato frente al electorado. Desafortunadamente, esa valoración de ética pública no siempre va de la mano con los cálculos electorales.
Lasso ha ido al primer debate y Arauz ha dejado de hacerlo porque a ambos dicha decisión les generaba las menores pérdidas. Pérez, de su lado, ha evitado esa brillante oportunidad de exposición por razones que resultan desconocidas.
Al final, todos tendrán una nueva oportunidad para darse a conocer en pocos días. El país queda a la espera de propuestas realizables, rechaza desde ya las agresiones personales y anhela preguntas puntuales, directas y que permitan que en pocas palabras cada uno de los candidatos deje entrever lo que piensa y opina respecto a los temas más importantes de la vida política, social y económica del país.
Hasta que eso pase, con el primer debate Lasso gana aunque por la mínima diferencia. Arauz mantiene el empate que lo beneficia aún a costa de recibir ataques de todo orden. Pérez, el gran perdedor, seguramente estará arrepentido por haber dejado pasar una inigualable ocasión para posicionarse en el tablero electoral.