Columnista invitado
Graves chambonadas diplomáticas
Ex Canciller, ex embajador en España, ONU, Estados Unidos y México. Columnista, académico en Flacso y autor de libros de política exterior.
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El inusual contexto en que el presidente Daniel Noboa asumió el poder en noviembre pasado llevó a que los tradicionales 100 días de luna de miel que se conceden a un presidente que inicia su mandato no pudieran darse. Es más, en materia de política exterior podría decirse que las pasó canutas, pues tuvo serias complicaciones. Citaré cuatro.
No había entrado aún el flamante presidente a Carondelet y ya tuvo su primer conflicto: la designación de la vicepresidenta Abad como ¡“asesora de paz entre Israel y Palestina para evitar el escalamiento bélico”! Nada menos ni nada más. Ya sabemos las circunstancias y consecuencias que esta decisión tuvo y la repercusión negativa en el exterior.
Primer serio error de la actual diplomacia ecuatoriana cuando podía sencillamente designar, conforme la constitución, a la señora Abad como embajadora en Tel Aviv, tal como después de tres conflictivas semanas finalmente sucedió. Lamentable episodio para la imagen internacional del Ecuador.
Segunda vergonzosa situación. El Ecuador se honra en ser país miembro fundador de las Naciones Unidas y de haber hecho relevantes aportes a la organización a pesar de su limitada dimensión, como en el Derecho del Mar, la incorporación del español como lengua oficial, el Derecho Espacial, entre otras.
A pesar de ser una herencia de la administración del presidente Correa que no le dio importancia al sistema de Naciones Unidas y de que se desentendió del pago de la cuota anual que cada país miembro debe depositar para su funcionamiento.
El actual gobierno se encuentra en la vergonzosa situación de hallarse impago y, lo que es más penoso aún, haber perdido como consecuencia de ello el derecho al voto. ¡Y esta situación se produce cuando nuestro país es miembro no permanente del Consejo de Seguridad! Inaudito.
Resulta incomprensible que el propio presidente Noboa no haya tomado cartas en el asunto para solventar la deuda por USD 1,9 millones. La Cancillería debió persuadir al Ministerio de Economía y Finanzas para llegar a un acuerdo que cubra esta deuda que avergüenza al país.
Otros estados morosos son Afganistán, Somalia, Comoras y Sao Tome y Príncipe y, honestamente, no creo que estemos a ese nivel de países pobres y desventurados.
Una tercera situación que está pasando casi desapercibida, pero que tiene una significativa importancia: la misión diplomática del Ecuador en Washington carece de titular.
Luego de que se anunciara la nominación de la camaleónica embajadora Ivonne Baki en la embajada en París, circuló la noticia de que una hija del representante del Presidente de la República en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, Eduardo Peña, sería la nueva titular en nuestra misión diplomática ante la Casa Blanca (así todo queda en familia).
Pues no, no hubo ni en la Cancillería ni en Carondelet alguien que tomara en cuenta que según el inciso II del artículo 84 de la ley orgánica del Servicio Exterior era requisito para ocupar esa función que la persona propuesta debía tener al menos 35 años de edad.
Se dice también que los Estados Unidos no habrían concedido el beneplácito por la juventud de la candidata, cosa que no creo factible, pues la formación de la señorita Peña es muy sólida.
¿Por qué se demora la Cancillería en designar un embajador/a en Washington cuando estamos en plena luna de miel y se hace indispensable un/a funcionario capacitado que vele por nuestros intereses en la primera potencia mundial?
¿Será que espera, como insinúan los malpensados, la modificación en la ley de movilidad humana que se debate en la Asamblea la disminución de la edad para alcanzar el rango de embajador de 35 a 30 años?
Hay varios embajadores de carrera, profesionales competentes, a la disposición del presidente para cumplir de manera eficiente esa compleja tarea.
Y la cereza del pastel: el inaudito, injustificado e ilegal asalto a la embajada de México para capturar al asilado exvicepresidente Glas, dejando por los suelos el bien ganado prestigio del Ecuador de respetar los convenios internacionales.
Nada justifica una violación de tal magnitud. Por la relevancia de este tema, su análisis merece un próximo artículo.