Efecto Mariposa
La reforma tributaria y las preferencias por el tipo de redistribución
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Para hablar de redistribución no es necesario recurrir a la retórica, pues el solo término evoca uno de los ideales más sublimes y utópicos de la sociedad: alcanzar la equidad económica.
Sin embargo, al hablar de procesos redistributivos hay que recurrir obligatoriamente a un concepto que causa polémica: los impuestos.
A pesar de que el concepto de redistribución goza de altos niveles de aceptación en varios países, cuando se juntan los dos temas, es decir, impuestos y redistribución, nada está dicho.
Todo depende de la configuración de las preferencias individuales por redistribución, es decir, de la postura de los habitantes de un país frente a cuestiones redistributivas.
Y, aunque parezca natural pensar que las personas adineradas se opondrán a pagar más impuestos, y por tanto a procesos redistributivos, en algunos casos sí pueden apoyarlos.
Por ejemplo, pueden hacerlo con la intención de reducir la criminalidad y la violencia; para financiar servicios públicos de salud y educación de calidad, que se traducirán en trabajadores más productivos; por sus convicciones de justicia social e, inclusive, por altruismo.
En el otro lado, tampoco se puede apostar que los sectores menos afortunados de la población apoyarán incondicionalmente las políticas redistributivas.
Estos grupos podrían oponerse si esperan mejorar su situación económica, ya que tendrían que pagar más impuestos.
Adicionalmente, en sociedades meritocráticas las personas de baja renta pueden esperar que su situación económica mejore, pero utilizando sus propios medios.
Con respecto a la clase media, el apoyo a políticas redistributivas dependerá de la cercanía de esa clase con los pobres y los ricos.
Si la clase media se siente más identificada con los menos afortunados, apoyará la redistribución y, dado el poder que en democracia adquiere la clase media, esa posición podría incidir con fuerza en la agenda redistributiva.
Entonces, ¿quiénes apoyan la redistribución y el pago de más tributos? La respuesta varía de país a país y, cuando se recuerda que para redistribuir más hay que pagar más impuestos, el apoyo a la redistribución puede perder fuerza o producir reacciones inesperadas.
Un ejemplo es lo que pasó en septiembre en Suiza: sus habitantes dijeron 'no' a la iniciativa de subir los impuestos sobre los ingresos de las personas más ricas.
Para Ecuador hay algunas pistas sobre la percepción del nivel de desigualdad económica y las preferencias redistributivas.
Según datos de la encuesta Latinobarómetro 2021, un poco más del 80% de los encuestados manifestó que la distribución del ingreso es injusta. Un porcentaje similar dijo que la distribución de la riqueza no está garantizada.
Sin embargo, el hecho de que se reconozca que la distribución de recursos no es justa, no significa que automáticamente se apoyará un proceso redistributivo.
Una pregunta que arroja mayores luces sobre este último punto es el nivel de aceptación de la desigualdad: un 40% la calificó como inaceptable.
Con respecto a las preferencias sobre quiénes deberían pagar más impuestos, el 80% declaró que aquellos que ganan más, deben pagar más; mientras que el 20% reveló que todos deben pagar por igual.
En ese último grupo, el 21% reconoció que tiene dificultades económicas; es decir, personas que se autoevaluaron como pobres manifestaron su voluntad de pagar impuestos al mismo nivel de los ricos.
Por último, en el grupo de los aventajados, el 75% se mostró a favor de la progresividad.
Analizando en conjunto todos estos datos, se podría inferir que la desigualdad económica es un tema que preocupa a los ecuatorianos y que prefieren los impuestos progresivos.
Hace pocos días, el gobierno ecuatoriano presentó en la Asamblea Nacional la Ley Orgánica para el Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal.
En dicho proyecto se plantean contribuciones especiales a los grandes patrimonios y para ciertas sociedades, así como modificaciones al Impuesto a la Renta, entre otros puntos.
La discusión de un proyecto de ley de esa naturaleza era más que necesaria, sin embargo, los enredos previos con la Asamblea acortaron los tiempos y limitaron la participación de la ciudadanía.
Por ahora quedan dudas, no solo sobre cuánto más habrá que pagar y quiénes efectivamente lo harán, sino si en verdad los que más tienen aportarán más.
Con esta Asamblea impredecible todo puede pasar. El problema no es el triunfo o la derrota del gobierno, lo más grave es que la redistribución se vuelva humo.