Canal cero
El heroísmo de la plebe insurrecta
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Los notables, los marqueses, fueron las figuras de la Revolución de Quito y, en general, de toda la independencia. Pero el pueblo llano, la plebe, los marginales, las mujeres comunes y corrientes, tuvieron un papel destacado, a veces levantando a las masas. Ese fue, por ejemplo, el caso de Rosa Zárate.
Rosa Zárate fue quiteña, hija de Mariana Ontaneda Orbe y Gabriel Zárate Gardea. Se casó con el capitán Nicolás de la Peña Maldonado.
Ella y su esposo participaron en varias acciones insurgentes desde la revolución del 10 de Agosto de 1809. Cuando sus líderes fueron apresados y condenados, Nicolás y Rosa estuvieron presentes en el levantamiento de los barrios de Quito y la matanza del 2 de agosto de 1810.
En 1812 apoyaron a la segunda junta de gobierno de Quito y a la acción de Carlos Montúfar. En medio de la euforia, en junio de 1812, se dio un alzamiento en las calles.
Un grupo de indígenas apresó y apaleó al Conde Ruiz de Castilla, expresidente de la Audiencia, que murió unos días después por las heridas.
Luego, el pueblo de Quito siguió movilizado. "La plebe, india, negra, mestiza, compuesta también por mujeres, conjugaron acciones con los radicales criollos", dice Lucía Moscoso.
Cuando la junta fue derrotada y Toribio Montes asumió la presidencia de la Audiencia, enjuició a los presuntos autores de la muerte de Ruiz de Castilla.
Nicolás y Rosa, que habrían entregado los cuchillos para el ataque, fueron acusados junto a otros. Se sentenció a muerte a Rosa, su esposo y un indígena.
La pareja logró escapar junto a Rosaura Vélez hacia las selvas de Esmeraldas. Rosaura se desvió del camino y murió en el monte. Rosa Zárate y su esposo fueron apresados, fusilados y decapitados en Tumaco el 17 de julio de 1813.
Se cuenta que Rosa no aceptó ser vendada porque quiso ver a su pelotón de fusilamiento.
Desde 1812 a 1820 se mantuvo en Quito una tensa calma plagada de conspiraciones y rumores. Antonia León, alias 'La Bandola', una viuda, fue apresada, desterrada a Cuenca y confiscados la mitad de sus bienes, por haber dicho ante algunos soldados, frases críticas y ofensivas contra el Presidente de la Audiencia.
En el juicio, los testigos hablaron de su "amistad ilícita con un oficial" y de haberla escuchado en rumores contra Montes.
Mujeres de todas las condiciones sociales manifestaban su descontento, entre otros motivos, por las reclutas de los jóvenes para el ejército.
Mestizas como 'La Bandola' reclamaban, pero también lo hacían mujeres indígenas por el cacicazgo de sus maridos, exigiendo la devolución de sus bienes confiscados, clamando por sus tierras.
Los negros se sintieron motivados a participar en la Independencia por la expectativa de la manumisión. Se enrolaron en los ejércitos patriotas y algunos ascendieron a oficiales por sus acciones valientes.
No pocas negras estaban entre las 'rabonas', mujeres del pueblo que acompañaban en las campañas a los ejércitos, y entre la plebe insurrecta que removió el piso del régimen colonial.