Picasso, Neruda y un detective cubano
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Este año 23, que ya se halla a la vuelta de la esquina, se cumplirán 50 años de la muerte de Pablo Picasso y Pablo Neruda.
Los homenajes están a la orden del día, amparados en eslóganes como 'Medio siglo sin Picasso'.
El malagueño falleció sin enemigos, acechándole en la Costa Azul, en uno de los castillos en los que vivió las últimas décadas de su reinado.
Neruda, en cambio, murió en una clínica vigilada de Santiago, días después del golpe militar, luego de que sus casas de Isla Negra, Valparaíso y Santiago fueran vandalizadas por los militares que habían lanzado una cacería de izquierdistas.
Bajo sospecha de que lo envenenaron como a Frei, el cuerpo de Neruda sería exhumado décadas después.
Ambos, el pintor que transformó el arte plástico del siglo XX, y ese monstruo de la poesía que era Neruda, fueron los últimos dioses indiscutibles de sus respectivos oficios.
Nadie ha vuelto a llenar el espacio dejado por Picasso.
Y el único que alcanzó la popularidad, aunque no el estatus de Neruda, fue García Márquez. Curiosamente, mientras el chileno chocó siempre con Fidel Castro (el planeta era demasiado pequeño para esos dos egos descomunales), el colombiano apalancó su figura en la revolución cubana y fue utilizado por ella.
Supongo que los jóvenes ya no leen a Neruda. Yo, de vez en cuando, abro al azar sus libros: a veces me topo con imágenes deslumbrantes; otras, con un poco de ripio entremezclado…
Porque Neruda era un torrente incesante de figuras, a ratos repetitivas o poco cuidadas, pero todo se salvaba con esos símiles incomparables, luminosos o lúgubres "como cenizas, como mares poblándose…".
En estos días, para revivir desde otro ángulo ese trepidante año 73, he leído 'El caso Neruda', entretenida y documentada novela de Roberto Ampuero, quien militó en la Juventud Comunista, se exilió en Alemania del Este y Cuba, y terminó como canciller de Piñera.
Quién supone que de Neruda ya se ha dicho todo, supone mal. En esta novela, el poeta, consumido ya por el cáncer, le pide al cubano Cayetano Brulé que busque por México, La Habana y Berlín a un amor de juventud, la bellísima Beatriz de Bracamoros, casada con otro hombre, pero con la que cree haber concebido una hija.
El argumento huele a telenovela, sí, pero Ampuero es demasiado inteligente y ha rodado demasiado como para caer en ella. Por el contrario, la búsqueda le sirve para retratar a los países por donde pasa el investigador y rematar en el golpe militar y la muerte de Neruda.
Más allá de la nostalgia, de libros como el citado y series como 'Genius’, en la que Antonio Banderas hace el papel de Picasso, la pregunta es si estos dos grandes creadores han sobrevivido a los cambios sucedidos desde entonces.
Aunque los picassos se exhiben y se venden como siempre, la pintura en general fue relegada por el arte conceptual, los videos, las performances y la invasión del mundo digital.
Y la poesía que uno leía en esos libros de bolsillo fue arrinconada por las letras fáciles pegajosas de Sabina o Cerati, coreadas en conciertos multitudinarios.
Ni modo, cada época se expresa a su manera. Solo que ahora los cambios se suceden mucho más rápidos y los mentados Sabina y Cerati ya son de la pelea pasada. No se diga Neruda y Picasso.