Con Criterio Liberal
Las personas de 'El Mitómano'
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Adolfo Macías, uno de los más relevantes novelistas ecuatorianos publicado en el extranjero (en este caso por la editorial española Seix Barral), es una buena persona, que escribe buenas novelas, y lo hace con un amor por sus personajes que sólo se entiende cuando se conoce el amor que Macías profesa por las personas.
El Mitómano es una novela breve y aparentemente sencilla, que trata de la historia de un matrimonio, de las mentiras que han ido cubriendo sus vidas, e indirectamente de otras muchas vidas que rodean estas vidas.
Escrita con un tono ágil, sencillo, con una estructura lineal cortada por bastantes cartas que permiten contar parte de la historia en un tono aún más directo, personal; las vidas anodinas que son, no solo dignas de ser vividas, sino que Macías eleva a dignas de ser leídas.
Una novela aparentemente sencilla pero que tiene un mensaje profundo, desconcertante, y al final muy humano, como todo lo que escribe -y es- Adolfo.
Macías va trasladando al lector las “culpas” o críticas a los distintos personajes, pero según nos va contando sus historias, y las historias de las que les rodean, cada vez vamos entendiendo mejor sus acciones, empatizando con sus vidas.
En toda la novela se vive la otra faceta de Macías, la de psicoterapeuta. Se va indagando en las razones de fondo de cada comportamiento de los personajes, se va entendiendo, mucho más que juzgando o criticando, el porqué hacen cada acción que hacen, y según avanzan las páginas, uno los va queriendo tal y como son, y va sintiendo entre comprensión y compasión.
Al final de la novela, en una especie de catarsis final, se explican los actos de los personajes, que, como no puede ser de otra manera en una novela de una buena persona, terminan curándose en un acto simbólico y bello, que también, en cierto modo, cura al lector y, me atrevo a aventurar, al propio escritor.
Y es que todo el libro es una reflexión sobre la profesión de escribir, juntar palabras para crear mundos distintos, o, modelar a mejor el mundo en el que vivimos. La delgada línea entre “mentir” y “crear realidad”, entre engañar y encandilar; entre ser entretenido y ser verídico, cuando la realidad no es heroica o digna de ser relatada.