A los peones de la mafia se suman los alfiles de la política
Es periodista y directora de PRIMICIAS.
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Los miembros de las bandas criminales, que operan dentro y fuera de las cárceles, se las han arreglado para poner al rey en jaque en tres días.
Las bandas son peones en el tablero de este ajedrez. Estamos viendo otro capítulo de la estrategia conocida como "tormenta de peones".
Una tormenta de peones humilló al legendario Bobby Fischer, en 1959. No hay peón pequeño, es una pieza peligrosa.
Con los peones se conquistan espacios, se gana el centro del tablero, y se coronan reinas. Un peón puede acabar con un rey.
Sobre el tablero el que no ataca pasa a la defensiva, lo que equivale a empezar a perder la partida.
Como en política, en ajedrez vencen los que van a la carga, los que toman casillas.
No es un deporte de indecisos.
Y no es un partido de fútbol, en el que un equipo puede dedicarse a defender el arco y a quemar tiempo para sobrevivir los 90 minutos.
De la tormenta de peones, que hoy se cierne sobre el Gobierno, un alto mando de las fuerzas de seguridad ha dicho que parece espontánea.
Quienes han mirado la línea de tiempo de los atentados, ya sospecharán de la sincronización "espontánea" con que fueron perpetrados, en tres provincias.
Junto a los peones, vuelven a activarse sobre el tablero las piezas más grandes del bando contrario.
Hacen movidas sinuosas, hablan de grave crisis política y conmoción interna. Frases como 'muerte cruzada' y 'elecciones anticipadas', se posicionan como alfiles y caballos.
Avanzan hacia el rey.
¿Qué puede hacer el Gobierno? Rodearse, armar un frente nacional para repeler el ataque.
Y contraatacar, sin perder tiempo, puesto que jugar a la defensiva no alcanza.