Al aire libre
El paseo del 14 de febrero
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Cada uno se adueñó de un arupo para la foto y participamos en el concurso #ReyArupo2020, idea creada por Rafael Lugo hace cuatro años, para resaltar uno de los árboles más representativos de la ciudad.
Nuestra historia comienza 20 años atrás cuando el reservorio de Cumbayá era un descampado y el municipio empezaba a trazar el parque y el mirador. Entonces sembraron unos 40 arupos, blancos y rosados.
Me acuerdo cuando mi hermana Tachi me dijo que estaban entrenando atletismo en ese sitio. Al día siguiente me desperté a las 05:30 y llegué semidormida al reservorio, con la típica cara de 'la nueva'.
Un grupo de personas estaba haciendo calentamientos, era oscuro todavía y yo me ubiqué en el espacio que me dieron. Un amigo, Roberto Troya, me saludó y le dije, "es de noche, qué hacemos aquí".
-Vas a ver, es delicioso.
-Sí claro.
Fui al día siguiente y al siguiente. Me forcé porque me gusta cumplir con mis propósitos y había pagado un mes. Me dije: un mes y plumas.
En esos días en mi trabajo me quedaba dormida. Comía el triple que antes. Pero me sentía híper bien y dormía desde las 9 de la noche como poste.
Seguí otro mes. Y otro. Y así sucesivamente.
Era febrero cuando comenzaron a florecer por primera vez los arupos, será unos 10 años atrás. Estábamos trotando por ahí y quedamos sorprendidos con la novedad. Dijimos: este es el paseo del 14 de febrero.
Y conforme se iba instaurando el trote del amor y la amistad, los arupos florecían por el circuito verde que bordea el reservorio y nos daban más sorpresas. En el 2020 hubo 26 arupos florecidos, ¡fue para volverse locos!
-Yo ya tengo compromiso, dijo uno de los corredores preocupado por tanto acaramelamiento de San Valentín.
Su papelón es festejado cada sábado, cuando anuncia que se va sin desayunar porque tiene un compromiso.
Hablando de papelones, me pasó en una edición de la Últimas Noticias 15k. Iba trotando y en eso oí que me aplaudían y me filmaban. Yo sonreía y decía ¡gracias! De pronto veo que no era a mí el interés de la prensa, sino a Teresita Burbano, mamá de Silvio Guerra, el ídolo ecuatoriano de las carreras de asfalto y ahora de triatlón, récord nacional de maratón. Esta admirable atleta pasó sonriendo a mi lado.
Otra anécdota se dio una madrugada en que llegó inocentemente al reservorio una señora a vender jugos verdes, de sábila, de penco, y empezó con el discurso de sus medicinas. Un corredor energúmeno, a cuyas pataletas ya nos hemos acostumbrado, le mandó con viento fresco. Dijo: acá venimos a correr ¡punto!
La reprimenda no me gustó ese rato, pero me ha servido para levantarme al alba, con cielos rojos, naranjas, celeste fuerte, o con la luna, con frío y viento, o a veces chispeando. Me digo: venimos a correr ¡punto!
En el concurso del Rey Arupo no ganamos nada, pero este año volveré a intentar. Según Diario El Comercio, cuando Rafael Lugo era niño viajaba con su familia a una hacienda cerca de Latacunga donde había molles, cholanes, capulíes, sauces y arupos.
Ahí nació su estrecha relación con los árboles. "Creo que llevo 1.500 árboles sembrados en mi propiedad" –dice Rafael. "Sembrar se ha convertido en una urgencia en mi vida".
¡Sembremos árboles! ¡Feliz día de San Valentín!