Con Criterio Liberal
No al paro nacional: tenemos derecho a vivir en paz
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Lo primero, lo mínimo, lo imprescindible, es vivir en paz.
Toda la justificación de la civilización, de la sociedad, del Estado, se basa en esa primera premisa esencial: que podamos vivir en paz.
Y esto no se da en Ecuador. Los ciudadanos honrados viven atemorizados, sea por la delincuencia común, los narcos o la delincuencia política.
Leonidas Iza y parte del movimiento autodenominado indígena (en realidad no representan a todos los indígenas de Ecuador, pues son gente tan impresentable que difícilmente se representan a sí mismos), convocaron un 'paro nacional'.
Tremenda ironía convocar un paro en un país que está paralizado, y peor que el 'paro' en realidad consista en amedrentar y ejercer la violencia para impedir a los ciudadanos el ejercer sus derechos más básicos: a la libre movilidad, a la propiedad en sus negocios, al trabajo…
Lo paradójico es que los autodenominados 'defensores de los derechos humanos' en lugar de defender a los honrados ciudadanos pacíficos que querían movilizarse, estudiar o ir a trabajar, defienden a los manifestantes violentos que se lo impiden. El mundo al revés.
Y encima lo hacen diciendo que es una 'protesta social', cuando no hay nada más antisocial que vandalizar una ciudad, impedir a los ciudadanos circular. Vivimos instalados en el eufemismo.
El convocante del paro es Leonidas Iza, quien junto a sus compinches logró una ominosa amnistía política en la Asamblea y no fue ni juzgado por hechos graves, como las supuestas violaciones, el secuestro, las agresiones, los incendios… de octubre de 2019, en el anterior 'paro'.
El mínimo respeto a la separación de poderes en un Estado de derecho funcional debería impedir que se inmiscuya el Poder Legislativo en los asuntos del Poder Judicial, como es juzgar actos criminales, ocurran durante una manifestación con fines políticos o no.
Pero es que es aún peor, pues una vez obtenida una amnistía de aquella manera, uno podría esperar de un actor político responsable y honesto que haya aprendido la lección y desistiese de amenazar a los ciudadanos y de desafiar al Estado, pues en la amnistía política habría un pacto de cumplir con las mínimas reglas de juego democráticas, cuya primera y principal es renunciar al uso de la violencia con fines políticos.
En lugar de eso, los ciudadanos de Ecuador han vuelto a estar amedrentados por unos pocos vándalos, que pretenden lograr sus objetivos políticos no aunando mayorías en las urnas, sino usando la violencia en las calles.
Y lo más sorprendente de todo es que demasiados 'intelectuales', opinadores y políticos de izquierdas, en lugar de condenar estos graves hechos, los jalean y alientan, justificándolos.
Haciendo oídos sordos, de la manera más cínica, ante la violencia que ocurrió en octubre de 2019, y pretendiendo que son legítimas luchas sociales o populares, cuando lo social y lo popular son esos millones de ecuatorianos que el lunes no pudieron ir a trabajar, a estudiar, a comprar; en definitiva, vivir en paz en su país.