Economía y Desarrollo
La gestión de las vacunas nos muestra que sí podemos estar peor
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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Crisis económica y pandemia, ¿Qué más puede pasar?
De mal a peor se va cuando se tiene un mal gobierno. Cuando algunas personas llegan al poder público para beneficio propio o de su grupo. Cuando gestionan lo público como si fuesen los dueños.
En la gestión pública, no se hace lo que uno quiere, se hace únicamente lo que está permitido (encargado) por Ley, y lo que responde a las necesidades y preferencias de la sociedad (lo que se elige democráticamente).
En la gestión pública, no se hace lo que uno quiere, se hace únicamente lo que está permitido.
En la gestión pública no se busca el mayor beneficio personal, sino el bien común; y sobre todo, siempre, por sobre todo, el bienestar de quienes más lo necesitan.
Es un principio básico de justicia social.
De mal a peor se va cuando la ministra, por ministra, usa un helicóptero público para viajar con la familia.
Cuando la ministra, antes supuesta defensora de los derechos humanos, pero luego ministra, ordena reprimir la protesta social.
Cuando la vicepresidenta, por vicepresidenta, usa la influencia del Estado para viajar al Vaticano con la familia y ser recibida.
Con la pandemia, la corrupción de gobierno llegó a niveles indignantes: se la vio en raciones de alimentos y hasta en fundas para cadáveres.
No hay como caer más bajo, se pudo pensar, hasta que llegaron unas pocas vacunas para Covid-19, y el ministro, doctor Juan Carlos Zevallos, por ser ministro, fue de los primeros en vacunarse y, el fin de semana, se llevó unas vacunas a un hospital y un geriátrico privado para dárselas a familiares y amigos.
No hay como caer más bajo, pudimos pensar, hasta que llegaron unas pocas vacunas para Covid-19.
No renuncia (aún), no lo destituyen, ni lo censuran, ¿lo enjuiciarán? ¿Quizá después de que vacune a sus colegas, familiares y amistades?
Quedan la indignación y la reflexión de no permitir que intereses particulares, ni personas sin comprensión de lo público, lleguen al poder.
Queda pensar el voto.
Darse el lujo de votar nulo, blanco o no votar es no entender que, como nos lo ha demostrado el gobierno saliente, sí podemos estar peor. Lujo porque quizá a quién anula no le afecta.
Darse el lujo de votar nulo, blanco o no votar es no entender que sí podemos estar peor.
El voto útil no es en contra de nada ni de nadie. Es a favor de estar mejor.
Si tiene duda, o le da igual, con algo de solidaridad, puede pensar que la utilidad del voto es darlo a favor de una red de salud pública fortalecida, de priorizar el bienestar de niños y niñas que no han podido cumplir las necesidades de vacunas propias de su edad (27% del total) y han caído en inseguridad alimentaria, de los niños, niñas y adolescentes que acceden a la educación por medio de un teléfono (80% del total), y de las personas que se encuentran en situación de pobreza (30% de la población nacional).
El voto útil es a quién tenga la mínima decencia de sancionar los abusos del gobierno que sale: sin duda, el peor de la historia.
Largos meses quedan aún hasta mayo: la privatización de campos petroleros, empresas y bancos públicos están listas.