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Mi papá cumplió 100 años
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Mi papá cumplió 100 años. Nació en enero de 1924. ¿Qué pasaba en esos días en el mundo?
En 1924, año bisiesto también, se inventó la televisión, se descubre la BCG (vacuna contra la tuberculosis). En Estados Unidos se decreta la velocidad máxima de los autos a 24 kilómetros por hora. Se reconocen los derechos de niñas y niños por primera vez con la Declaración de Ginebra.
En Ecuador, Isidro Ayora empezaba su presidencia y Matilde Hidalgo de Prócel, médica y activista, consigue que el voto de la mujer sea aceptado.
Este año se cumplen también 100 años de los Juegos Olímpicos de Invierno, que fueron en Chamonix y son 100 años de la creación de Disney.
Papi comenzó a recordar algunos amigos que podrían calificar a su celebración. Dos o tres. Ya le quedan pocos.
Entonces Chavica, su esposa, dijo: pongamos un aviso, “que se presenten los mayores de 100 años,” y nos reímos pensando en una fila de viejitos en la puerta de la casa.
Me han hablado de los señores Padilla, dueños de una joyería en Quito, los dos tienen 104 años y siguen trabajando.
Recién escribí sobre Ernesto Ordóñez, que murió a poco de cumplir los 100 años.
En el documental Zonas Azules, de Netflix, el explorador Dan Buettner recorre lugares del mundo donde se concentran el mayor número de centenarios. Son en su mayoría gente de campo, de pueblos pequeños, como Okinawa, Japón; Sardenia, Italia; Loma Linda, en California.
¿Qué tienen en común todos ellos? Que viven más años y son más felices. Duermen bien, beben agua y vino, caminan a todo sitio, comen sano, son espirituales. Tienen un propósito de vida y un círculo de personas amadas.
Si nos preguntan, quieres vivir 100 años, posiblemente decimos no. Pero todos quisiéramos vivir largo, con buena salud y felicidad.
Un día mi suegra le preguntó: ¿Oswaldo cómo haces para estar tan conservado? Y mi papá contestó: el secreto de la juventud es madrugar.
Su rutina es levantarse a las 05:00 todos los días. Ya no puede ir a su acostumbrada misa diaria, pero recibe la Comunión cada semana.
Lee el periódico y recorta de ahí lo que le puede interesar a alguno de nosotros. Lee de todo, le interesa todo y está al tanto de todo.
De niño había aprendido a tocar el violín, así que retomó la práctica recién. Duerme siestas esporádicas, revisa el internet, atiende las visitas, come lo que le gusta, hace ejercicios, tiene una memoria impresionante.
Camina lento y últimamente se mueve en silla de ruedas. Dice: "mi problema ahora es la debilidad".
Algo de la biografía de mi papá: estudió en el Colegio Mejía y en la Universidad del Sur de California, USC, donde se graduó de ingeniero químico. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en Londres como delegado del Ecuador.
Fue parte de la construcción de la carretera Tufiño Maldonado y de la vía Quito - Santo Domingo. Trabajó en la Junta de Planificación que luego fue el Conade. También daba clases en la Universidad Central en la facultad de ingeniería química. De 87 años trabajaba a medio tiempo en Enox, una planta de oxígeno. Fue su último trabajo.
Tiene una familia inmensa de 78 personas. Somos 10 hijos, 26 nietos y 16 bisnietos, más los hijos y nietos políticos. Años después de la muerte de mi mamá, se casó con Chavica, viuda también y amiga de los dos.
Nos sentimos privilegiados de tenerle con nosotros. Le cuidamos, le mimamos y nos llena la vida.
- "Ustedes han hecho que yo llegue a esta edad", nos dijo el día de su cumpleaños.
¿Qué opina papi del mundo? Que ahora queremos las cosas rápido, y eso no es bueno.
Habiendo trabajado en petróleo, dice que es necesario pasar ya a energía limpia.
Le admira a Diana Salazar, la Fiscal de la nación, y hace unos meses me entregó una carta para ella con palabras de agradecimiento.
De mi papá se dice que es un hombre honorable. “De las personas más correctas que conozco”, nos dijo recién un médico. También hay gente que me ha dicho: tu papá es demasiado bueno. Y yo pienso: hay que ser así.
Creo que su forma de amar es poner atención a lo que decimos y hacemos, darnos esa importancia.
Por ser bueno, Dios derrochó su bondad en mi papá.
A diferencia de 'Cien años de Soledad', mi papá ha tenido 100 años de ser maravilloso. Y va para más.