Una Habitación Propia
Otra vez la Ampuero con lo del feminismo
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
Actualizada:
Ya está la Ampuero otra vez con lo del 8 de marzo y los derechos de la mujer. Qué pesada. No sé qué más quiere, si las mujeres ya lo tienen todo: libertad, trabajo, incluso columnas en los periódicos.
Como si nos importara su opinión de bruja mal tirada.
Todo quieren, ¿qué más? A ver, ¿qué más le hace falta, damita? Si ya no se les puede decir nada que enseguida salen con lo de acoso callejero. Uno que nomás quiere piropear al sexo bello. ¿Quiere que le diga fea? Fea, gorda, vieja. Agradezca que un hombre siquiera la mire. ¿Qué se ha creído la ridícula esta? Debería sonreír o quedarse callada, como siempre ha sido.
Pero no.
Quieren más.
Que ahora la mujer quiere decidir si va a ser madre o no. Habrase visto semejante barbaridad, ¿o sea que la embarazada quiere tener derechos? No pues, el colmo. Toda vida es sagrada y estas asesinas quieren matar bebés. Eso quieren, ¿no? Sanguinarias, monstruos. Salvemos las dos vidas, no importa si una de las dos tiene once años y fue violada por el padre.
Las dos vidas. ¡Las dos vidas!
No, la mujer no debe tener derechos sobre su cuerpo. ¿Qué se cree? ¿Hombre? Por ridículas nomás andan armando bulla, destruyendo los sagrados bienes patrimoniales, enseñando las tetas caídas y decrépitas. Respeten pues, feas, lesbianas, gordas, nazis, borrachas, zorras, libertinas. Nos ofenden, carajo mierda.
¿Y qué más quiere entonces la Ampuero? ¿Por qué es que anda cabreada ahora? ¿Por los feminicidios, digo, por los crímenes pasionales?
Pero si a los hombres también nos matan, ¿o no sabe que a los hombres también nos matan? Sí, nos matan otros hombres, pero nos matan y las mujeres también nos pegan a nosotros, nomás que uno es macho y no denuncia por no quedar como virado. Un puñetazo a tiempo guarda la paz del hogar, eso es así y todo el mundo lo sabe. Yo a mi mujer le pego lo normal.
Y ellas se lo buscan porque andan que si minifalda, que si las amigas, que si cuida a los niños que tengo un cumpleaños, que si ayuda en la casa, que eres un vago. ¿Qué? ¿Acaso Dios dijo que el hombre tenía que hacer labores domésticas y limpiar las cacas de los guaguas? No, el señor, nuestro padre celestial, masculino obviamente, nos dio a los hombres la superioridad, por eso sacó de nuestra costilla a la mentirosa y desobediente de la Eva.
Hay que castigar, pues, todas las mujeres son iguales a la Eva, puro vicio, puro libertinaje. Así es la Ampuero, qué pesada.
Que si las violaciones, hasta qué hora. Hombre es hombre, hombre es hombre y, lo dice la ciencia, no uno, que el macho de la especie tiene impulsos sexuales irrefrenables, más si se le pone delante una muchachita con short cachetero o con uniforme de colegio de monjas. ¿Qué va a ser uno con esas ofrecidas? Bien que les gusta. Se hacen nomás. Dicen que no quieren, pero bien que quieren. No es sí, Ampuero, no significa sí.
Todo el mundo lo sabe.
Así que, Ampuero, calladita se ve más bonita.
Y a ver si escribe la próxima vez sobre la necesidad de crear el día del hombre, que nosotros también queremos salir a exigir nuestro sacrosanto derecho a violar, pegar, asesinar, no hacer nada en la casa, decir obscenidades a las que nos pasan por delante y a, ser, en fin, hombre: el rey de la creación.