Efecto Mariposa
Todos los seres humanos tenemos derechos
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
Todos los seres humanos somos iguales en dignidad y derechos, y debemos comportarnos fraternalmente unos con otros. Así dice lo dice el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Por si no fuera suficiente, en el preámbulo de nuestra Constitución, de la que nos sentimos tan orgullosos, se manifiesta que "decidimos construir, una sociedad que respeta, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades".
Sin embargo, parece que, en la práctica, lo que leemos, entendemos y vivimos es: todos, menos algunos, somos iguales en dignidad y derechos.
Identificar a quienes conforman el grupo de 'algunos' no es muy difícil. De hecho, somos muchos, pero esta ocasión me referiré exclusivamente al colectivo LGBTIQ+.
El término LGBTIQ+ está formado por las siglas de las palabras lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual, travesti, intersexual y queer.
El símbolo + que se añade al final es para incluir a todos los colectivos que no están representados en las siglas mencionadas.
Y, en cuestión de derechos, no deberían existir excepciones. O al menos, nosotros, no deberíamos ser quienes otorguemos y quitemos derechos a las personas por su orientación sexual o identidad de género.
Tampoco deberíamos hacerlo con nadie por razones de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión, origen nacional, posición económica o cualquier otra condición.
No obstante, mostramos resistencia para aceptar la diversidad.
Y discriminamos, desarrollamos fobias o estigmatizamos a quienes consideramos indignos porque no siguen las normas sociales y, haciendo pleno uso de su libertad, tuvieron el atrevimiento de asumir, aceptar y vivir su orientación sexual o su identidad de género como mejor les parece.
Y el problema no empieza ni termina con los permisos para hacer una marcha. El problema no se limita solo a junio, el Mes del Orgullo.
El asunto es que, en el día a día, según datos de la encuesta del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), la gran mayoría de ecuatorianos sí discriminamos a los integrantes del colectivo LGBTIQ+.
Y esto se ve claramente en dos preguntas que, si bien no abordan directamente el tema de si el encuestado discrimina a los integrantes de este colectivo, permiten conocer su postura con respecto al reconocimiento de derechos fundamentales de los miembros del colectivo LGBTIQ+, como postularse para un cargo público o contraer matrimonio.
En relación con la aprobación de que las personas homosexuales (así está redactada la pregunta) postulen para un cargo público, el 42% de los encuestados manifestó su total desacuerdo, en 2006.
La buena noticia es que, conforme va pasando el tiempo, este porcentaje ha ido disminuyendo y, en 2018, fue de 22%.
Con respecto a quienes sí aprueban de manera firme la postulación de personas homosexuales a cargos públicos, en 2018, este porcentaje fue de apenas 12%, pero, desde 2006, no han existido grandes cambios. En 2006, ese porcentaje era de 11%.
Con respecto al matrimonio igualitario, que fue aprobado en Ecuador en 2019, la desaprobación total es mayor.
Según la encuesta, en 2010, el 62% rechazaba esta opción. En 2018, ese porcentaje se ubicó en 37%.
Por otro lado, en 2010, apenas el 3% de los encuestados aprobaba que personas del mismo sexo pudieran tener el derecho a casarse. En 2018, ese porcentaje subió a 12%.
Si bien, como ya mencioné, las cifras sugieren que vamos avanzando en el reconocimiento de que todos los seres humanos tenemos derechos fundamentales, aún nos hace falta recorrer un buen camino para decir que en Ecuador todas las personas tenemos un trato digno, y que no discriminamos ni estigmatizamos a nadie por su orientación sexual o ideología de género.
En el camino que falta por recorrer, será vital informarnos sobre los temas que no sabemos y deconstruir creencias y mitos que satanizan, y hasta les declaran "enfermos", a los miembros del colectivo LGBTI+.
Construir una sociedad que garantice la igualdad en derechos y la dignidad de todos los seres humanos depende de cada uno de nosotros.
Está en nuestras manos construir una sociedad que dé vida a lo que, por ahora y desde hace más de una década, no son más que palabras bonitas que reposan en nuestra Constitución.