En sus Marcas Listos Fuego
La demonización de las offshore
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Leo a demasiados opinadores, periodistas, fiscales, jueces y difusores de basura, repitiendo cual loras, sin filtros, sin bagaje, sin criterio alguno, que “fulanito tiene una cuenta offshore” o que “se descubrió que menganito tiene una empresa offshore”.
Y cuando se lo dice abriendo los ojos, con tono de vieja chismosa, resulta ser que algo tan normal y legal en el comercio internacional, como ser propietario de algo offshore, termina siendo un escándalo sin parangón.
Por eso, ya que han convertido a algo bueno en una mala palabra, corresponde, con ahínco, contarles qué es exactamente una offshore, cuál es su concepto, pero, sobre todo, descubrir por qué usted se alarma ante lo que no entiende.
Shore es costa en inglés. Offshore significa fuera de la costa y, en términos corporativos, significa “compañía extraterritorial”, es decir, aquella que no está en nuestro territorio y qué, por lo tanto, está sometida a la jurisdicción legal y tributaria de otro Estado.
En términos financieros, una cuenta offshore es pues, lo mismo, una cuenta bancaria que, en lugar de abrirla en la Cooperativa de Ahorro y Crédito Patito de Guangopolo, la abres en una entidad financiera en, no sé, digamos, Berlín.
Si usted sostiene a rajatabla que sólo los corruptos tienen cuentas y empresas offshore, es porque sus complejos de inferioridad y su burbuja de 15 centímetros de radio lo tienen aplastado contra el piso de sus frustraciones.
Es absolutamente normal, pero además, absolutamente legal, que por ejemplo, si usted va a exportar un producto a Francia, abra una cuenta en Francia, para evitarse comisiones de transferencias bancarias, tiempo de espera, pérdidas de divisas según el mercado cambiario, etc.
¿Qué es lo importante? Que si el hecho generador está en Ecuador, usted facture, declare el ingreso al SRI, pague impuestos y listo. Luego, dónde recibir su dinero, es asunto suyo y de nadie más.
¿Y si para ser más eficiente en su negocio se abre una compañía en otro país? ¿Está mal? No, está muy bien, usted es hasta más estratégico que el criticón que no tiene ni un puesto de hot dogs y anda dándole lecciones de falsa moral.
Es que miren, tener offshores no es ni delito ni pecado. Lo que deberían estar analizando y criticando aquellos a quienes la globalización ni siquiera les ha rozado, es el origen de ese dinero.
Me explico: lo que sí está mal es tener dinero sucio, aquí o en Luxemburgo. Lo que es tremendo pecado es prestar servicios en Ecuador (de fuente ecuatoriana), pero cobrar en el extranjero y no facturar para que el SRI no se entere de ese ingreso y no te grabe renta.
Lo que está mal no es ganar dinero lícitamente y hacer con tu dinero lo que te da la regalada gana, sino ganarlo corruptamente. Y urge, lean bien, urge que el análisis de los mismos de siempre se concentre en ello y no en el mugroso titular de “se descubre una cuenta en Suiza a X”, porque ese titular es igual de relevante que decir “se descubre una cuenta en Ecuador a X”.
Conozco más de un caso patético de escarnio público, pero aquí les dejo un ejemplo: X se va a estudiar a la famosa Universidad de Ginebra. ¿Saben, por logística, lógica y ahorro, dónde X debería abrir una cuenta bancaria con la cual pagar sus cuentas? Obvio, en Suiza.
Y si X trabaja en Suiza, mientras estudia, ¿dónde debe pagar impuestos? Obvio, en Suiza. El problema es que mañana X viene al país, se consigue un enemigo denunciólogo y el titular será: “X tiene una cuenta en Suiza”, generando que un enorme rebaño de viejas chismosas (el 99% de Twitter) lo difundan como si X fuese Al Capone.
Y entiendo que quienes no leen, trabajan con tirria y viven de chuparle la vida a los demás, no comprendan que tener una offshore no es delito, siempre y cuando, reitero, el dinero sea limpio y declarado (en el lugar que se realiza el acto de comercio). Lo grave es que algunos fiscales y jueces leen offshore e inmediatamente mandan al carajo la presunción de inocencia.
Cuando ustedes escuchen a un fiscal decir “X tiene una empresa y cuenta offshore”, pregúntenle: ¿y que ch…? Porque ese fiscal deberá probar que con esa empresa o cuenta offshore o bien se cometió un delito, o bien se ocultó un delito. Caso contrario, lo mismo le daba decir: “X tiene una empresa en Quito y una cuenta en Chibuleo”, es decir, todos presos por ser ciudadanos en este eterno país de los complejos.
Dejemos de ser demonizadores de todo lo que desconocemos. Detengamos ese síndrome nacional de convertir en malas palabras a todo lo que no comprendemos. Por favor, paremos esa corrosiva enfermedad de repetir, compartir y retuitear pinches titulares carentes de contenido, de pruebas y de verdad.