En sus Marcas Listos Fuego
El ocaso del 'Gatekeeper' y del periodismo serio
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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El periodismo ha muerto. Lo siento, sí, pero ha muerto. Y no vayan a creer que las bocanadas de aire desesperadas y dubitativas del agonizante lo hace menos cadáver que el cadáver.
Esta columna no se trata sobre la guerra bélica en Ucrania, se trata sobre la segunda guerra de Rusia, la guerra mediática que, por extrema, me obliga a reflexionar sobre el 'Gatekeeper'.
Verán, la primera y primaria función del periodismo es la de ser 'Gatekeeper', es decir, el guardián de la puerta. ¿De cuál puerta? De la puerta por la que pasa la información para poder llegar hasta ustedes.
Recuerden que el derecho humano a la información es un derecho de doble vía: el derecho del periodista a informar, pero, sobre todo, el derecho del ciudadano a ser informado. ¿Por qué? Porque la desinformación es la peor de las dictaduras.
El 'Gatekeeper' tiene la formación para seleccionar, entre todos los hechos que suceden cada día, cuál será publicado y cuál no. La portada de un periódico es la síntesis de la relevancia y sus jerarquías. ¿Estamos de acuerdo?
Pero la irrupción de las audiencias activas en redes sociales ha roto esta función del periodismo y el internauta se instaura como 'Gatekeeper de facto'.
Ahora, cualquiera, sin formación periodística, selecciona las noticias, las disemina con carga emotiva y crea su propia jerarquía. ¿Cuál es la consecuencia? Pues la peor de todas para la información: se pierde lo que un diario significa, que es contexto.
La información navega, huérfana de sentido, sin marco interpretativo. ¿Y qué representa la ausencia de contexto? El caldo de cultivo para las 'fake news'. Lo que en la filosofía moderna de la comunicación se denomina 'shitstorm'.
¿Más consecuencias? Claro. Ahora el político puede acceder a los internautas sin el 'Gatekeeper', generando un sucedáneo de democracia donde se destruye uno de sus pilares fundamentales: el cuarto poder.
Entonces ya no hay contrapoder. Sin 'Gatekeeper' no hay ni real malicia ni responsabilidad ulterior y las opiniones (que no pueden ser ni verdaderas ni falsas por ser, pues, justamente eso, opiniones) se disfrazan de información.
Y ustedes me dirán: "¿Pero si la prensa está tan desprestigiada… y bla, bla, bla?" Y yo les respondo: como toda actividad humana, señoras y señores, pero mientras exista periodismo serio, habrá democracia.
Pero si el periodismo serio es reemplazado por fuentes de información que nacen de cualquier pelafustán, entonces también es el ocaso de la libertad.
Empecé con el ejemplo de Ucrania porque vivimos una guerra mediática brutal, donde los más inteligentes han construido un héroe y un monstruo, un salvador y un asesino. ¡Y cuidado! Que confieso que en la guerra de carne y hueso yo visto de amarillo y azul, pero en la guerra de redes sociales, pues, como diría un mexicano, chale, que no sé a quién le voy.
¿En qué momento nos dejamos engatusar por cualquier imagen? ¿Dónde hallo esa ruptura en el tiempo en el que el ser humano dejó de cuestionarse? ¿Cómo es que una cuenta anónima publica imágenes de ucranianos siendo torturados y nadie verifica si la imagen es real, si los soldados son ucranianos, si la imagen corresponde a este mes y año?
¿Cómo es que se publican fotos de cuarteles ucranianos con banderas nazis y permitimos que cualquier trasnochado las difunda sin siquiera preguntarnos si son imágenes reales o montadas?
Y como ya no existe 'Gatekeeper' y al parecer ni puerta, Putin perdió esta guerra. Porque gente, este mal de creerles a cuentas anónimas no es de los ecuatorianos de a pie, también es de los líderes mundiales.
Yo tengo claro, gracias al Derecho Internacional y a sus reglas, quien es el malo de la película (sí, sí, Putin), pero en verdad, ¿Quiénes no conocen de Derecho Internacional y sus reglas y condenan a Putin, tienen claro por qué lo hacen?
Si con retratarnos como animalitos se zanjara esta discusión, los internautas serían loras y los periodistas alguna especie en extinción.
¿Quieren ejercer su derecho a la información con plenitud? Rescatemos a los verdaderos 'Gatekeepers' y enterremos a los trolls. La decisión de medicarnos o de envenenarnos es nuestra.
Por mi lado le seguiré apostando al periodismo serio, me seguiré burlando de dictadores virtuales de turno y seguiré bloqueando a todo aquel que informe (viralice) sin citas, sin referencias, sin contexto y sin preparación.