Una Habitación Propia
La novia del monstruo
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
Actualizada:
Leí con espanto creciente la investigación de Isabela Ponce de GK sobre los señalamientos contra Mateo Kingman. Seis ex parejas del músico revelan humillaciones, contagios de enfermedades venéreas, trato despectivo y más violencias sicológicas contra ellas.
Los defensores del músico dirán, cómo siempre dicen, que ellas mienten, que quieren aprovecharse de la fama de Kingman, que él es un hombre intachable, ¡que defiende la Amazonía por el amor de Dios!
La historia de las ex parejas de Kingman no me es ajena, no creo que le sea ajena a ninguna mujer. La lista de aquellas a las que les han contagiado enfermedades de transmisión sexual, incluido el SIDA, es larguísima.
Yo conozco de cerca, muy de cerca, al menos tres casos.
En todos ellos las mujeres, monógamas, tuvieron que lidiar con la vergüenza, el dolor, las molestias y las miradas y preguntas de los ginecólogos.
Cuando se lo contaron a sus parejas, les respondieron que quién sabe dónde se contagiarían. Ellas. Putas.
Conozco un caso de una mujer que cada cierto tiempo tiene una infección vaginal tan brutal que los antibióticos para combatirla la dejan destruida. Pasa días con diarreas violentas, el sistema inmunológico débil, moribundo.
Bastaría con que su marido también hiciera el tratamiento, pero, ya lo saben, ellos están por encima de esas tonterías.
Según el señalamiento en el caso de Kingman, la enfermedad, al ser asintomática en hombres, hizo que él nunca se preocupara por curarse y siguió contagiando a sus parejas sexuales.
Algunos son demasiado machos para el preservativo y demasiado puros para la medicina occidental. Algunos simplemente son unos machistas asquerosos.
Cuando atacan al feminismo por "destruir carreras de hombres geniales" pienso en por qué no se le exige a los "hombres geniales", para darles ese título, el ser también buenas personas.
Para mí es impensable una cosa sin la otra.
Muchos me dirán que, por ejemplo, nuestro Julio Jaramillo no pasaría ninguna de las pruebas que les hacemos pasar a los hombres del siglo XXI y es cierto: se quedaría de año una y otra vez.
Son nuevos tiempos.
Lo que me sorprende es que a pesar de todos los avances sociales, a pesar del me too, en este siglo hay quienes siguen intentando disculpar comportamientos aberrantes por la excusa del talento.
No se avergüencen a ustedes mismos al defender lo indefendible.
Y un último consejo: amar al planeta también es amar a las mujeres y a los hombres que viven en él.