El indiscreto encanto de la política
Norteamérica pasa del NAFTA al USMCA
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Entre los puntos más relevantes del informe anual presentado por el presidente Donald Trump, en el reciente State of the Union, estuvo el positivo alcance para los Estados Unidos del nuevo acuerdo comercial suscrito con México y Canadá.
Se trata del United States–Mexico–Canada Agreement, USMCA, acuerdo comercial que, si bien está todavía en la fase de ratificación, eventualmente sustituirá al North American Free Trade Agreement (NAFTA), que rige desde su entrada en vigor en 1994.
Reemplazar el NAFTA fue una de las principales ofertas de campaña de Trump, por lo que USMCA se ha convertido en un valioso logro para la administración del magnate quien, en el marco del nuevo acuerdo, incluso ha ofrecido públicamente “100 mil nuevos empleos bien remunerados en la industria automotriz”, así como un natural incremento en las exportaciones.
Pero más allá de las implicaciones económicas y comerciales que el acuerdo tendría en Norteamérica, el alcance del USMCA también es relevante para el resto de países que tienen relaciones comerciales con los Estados Unidos.
En adelante, aquellos socios comerciales que busquen consolidar un acuerdo comercial bilateral tendrán que tomar en cuenta los nuevos elementos de negociación que, al menos para el gobierno actual, tienen especial relevancia.
Si comparamos el texto el NAFTA con el del USMCA, el primer cambio significativo es el especial énfasis que se hace en la industria automotriz.
En el USMCA, si bien se mejoran las cuotas de exportación de vehículos hacia los Estados Unidos, en contraparte se exigen cumplimientos de origen (al menos el 75% del automóvil tiene que ser fabricado en el país exportador), así como otros de tipo laboral y ambiental.
Con el propósito de evitar la competencia desleal -especialmente con México-, el Acuerdo exige que las industrias proveedoras cumplan con una serie de nuevas políticas laborales, salariales y gremiales, que además estarán sujetas a verificación permanente.
Respecto al medio ambiente, también se incluyen obligaciones específicas para combatir el tráfico (de animales silvestres, madera, peces, etcétera), la basura marina y la contaminación del aire.
Finalmente, el USMCA define nuevos estándares para proteger la propiedad intelectual, construye bases sólidas para la expansión del comercio digital y la innovación, y establece compromisos a largo plazo para liberalizar los mercados financieros, así como para facilitar las oportunidades de inversión.
En definitiva, Estados Unidos renueva su “modelo de acuerdo”, plantilla sobre el cual, seguramente, se empezará a negociar el esperado tratado con el Reino Unido; y a futuro, un sorpresivo United States–Ecuador Agreement, USECA, no sería mala idea.