Noboa, Milei y el hombre más inteligente del mundo
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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No puedo opinar mucho sobre el flamante e improvisado presidente pues, como no habla, no sé bien quién es ni cómo piensa ni qué busca realmente más allá del bienestar de los ecuatorianos, que dicen buscar todos los políticos.
Los discursos inaugurales dan pistas, pero no más. Atacar el desempleo para reducir la violencia es, sin duda, un enfoque acertado, pero nombrar ministro de Defensa a un señor que representa a la National Rifle Association, grupo que se ubica en la extrema derecha de EE.UU. borra la buena impresión. Habrá que ver qué pesa más.
Milei, en cambio, habla hasta por los codos, pero desde que se alió con Macri y Bullrich para ganar la segunda vuelta, ha venido moderando ese discurso incendiario que lo catapultó y su gabinete es cada vez más macrista.
Hasta Francisco, el Papa simpatizante del peronismo, le llama para hacer las paces y Milei le invitó a visitar su patria. Apuesto dos a uno a que esta vez sí lo hace porque tampoco quiere morir sin volver a su Buenos Aires querido, como exige el tango.
Dicho esto, prefiero opinar de un escritor chileno que la está rompiendo desde hace tres años: Benjamín Labatut, cuyos libros se leen como leíamos, cuando muchachos, las novelas de aventuras de Julio Verne, Salgari o Simbad, el marino.
Salvo que ahora no se trata de volar con la imaginación a tierras lejanas y exóticas, sino de adentrarnos en el mundo misterioso e ilimitado del átomo, y, sobre todo, de indagar en la mente de varios de esos genios que durante el siglo pasado alteraron para siempre nuestra forma de ver y comprender la realidad.
Labatut saltó a la fama en el 2020 con 'Un verdor terrible'; ahora está circulando 'Maniac', escrito en inglés, lengua que domina y considera más rica y flexible que el español.
El protagonista de esta historia novelada es el matemático John von Neumann, considerado por los otros genios que le rodeaban en su natal Hungría y en la Alemania anterior al nazismo como el hombre más inteligente del planeta, que entre muchos otros aportes escribió de joven 'Las fundamentaciones matemáticas de la mecánica cuántica'.
Labatut, narrador, no se mete en la parte técnica de una materia que comprenden realmente muy pocos mortales, sino que va narrando lo que los periodistas llaman 'el lado humano', etiqueta bien aplicada en este caso pues las abstracciones a las que llega alguien como Von Neumann son francamente inhumanas.
Judío como era, cuando se exilió en EE. UU., sobresalió en el Instituto de Altos Estudios de Princenton, donde dio clases junto a Einstein y Oppenheimer; también en Los Álamos cuando participó como consultor del famoso (e infame) Proyecto Manhattan que creó la bomba atómica.
Siguiendo los pasos de Turing, sus trabajos posteriores lo convirtieron en el arquitecto de la primera computadora, que en su versión siguiente sería llamada Maniac, por 'Mathematical Analyzer, Numerator, Integrator, and Computer', aunque Labatut la usa en el título con el sentido de maníaco pues Von Neumann y varios de los otros genios eran auténticos maníacos que vivían al borde del delirio (terreno que a ratos frecuenta Milei sin ser genio de nada).
Con mucho oficio literario, Labatut va construyendo el personaje Von Neumann con los testimonios de gentes como Richard Feynman, que jugaba Go con él; y de su segunda esposa, Klara, quien dice que "no entendía las inseguridades que torturan al resto del mundo porque siempre fue más inteligente que los demás".
Algo que nos queda claro a los legos es que las matemáticas, esa ciencia absolutamente abstracta, estaba en la base de todo. Y solo unos pocos cerebros privilegiados podían desentrañar la realidad a punta de ecuaciones.
También queda claro a lo largo de las páginas vertiginosas de la novela que un genio casi extraterrestre como Von Neuman tenía su lado oscuro, cínico, amoral, que le llevaba a aconsejar al Ejército gringo la construcción de la bomba de hidrógeno, y a plantear la política de la mutua destrucción total con la Unión Soviética como un medio de evitar el conflicto final.
Pero ese es el mismo chantaje que maneja Moscú, a donde fue el asambleísta Daniel Noboa y unas correístas invitadas por él para cuadrar las exportaciones de banano. Cosas de la física cuántica: cuánto para ti, cuánto para mí.