Tablilla de cera
Los límites del poder: Noboa no puede decretar que llueva a cántaros
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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El presidente Daniel Noboa decidió suspender la jornada laboral y las clases de hoy y mañana para bajar la demanda de energía, revirtiendo en cuestión de horas su anterior decisión de suspender los cortes de energía.
El país ya no sabe a qué atenerse: en la noche del lunes se anunciaron que los cortes serían de cinco horas; el martes se redujeron, según los avisos, a tres horas, pero el propio martes vino el anuncio presidencial de que no habría recortes; el miércoles amanecimos con apagones de cinco horas y media… y la expectativa hace que baje mi vista a cada rato hacia el ícono de la batería de la computadora para saber si sigue conectada a la red o ya se fue la luz de nuevo.
Las decisiones presidenciales han aumentado la confusión. El martes el mandatario anunció que no iba a permitir “dar” recortes de cinco horas a Guayaquil e insinuó que había sabotaje y boicot para perjudicarle en la consulta.
También anunció que había pedido la renuncia a la ministra de Energía, Andrea Arrobo. Pero el miércoles, en un comunicado de la Secretaría General de Comunicación de la Presidencia, la cosa ha escalado a niveles esperpénticos: se acusa directamente a la exministra de haber ocultado “intencionalmente información crucial para el funcionamiento del sistema nacional energético”. Tras cinco meses de tenerla en su gabinete, ¿solo ahora cae en cuenta?
El comunicado de la Segcom dice también, en un lenguaje peculiar, que “se suprimieron y deshicieron advertencias y alertas al Comité de Crisis Energética, con el propósito de que esta grave situación no sea conocida para la toma de decisiones oportunas”. ¿Cómo se deshacen las advertencias y las alertas?
En todo caso, los curiosos criterios del presidente, quien negaba el martes que la falta de capacidad de generación se debiera a problemas técnicos (los bajos niveles de agua en los embalses de las hidroeléctricas y la suspensión de la provisión de energía por parte de Colombia), y que afirmaba rotundamente que estos problemas “no se deben a la falta de propuestas técnicas, sino a la falta de firmeza para combatir la corrupción y la incapacidad en el sector”, se han estrellado, de golpe y porrazo, con una realidad brutal: no existe agua en los embalses. El almacenamiento operativo en Mazar está en cero y el de Paute es solo de un mísero 4%.
En este panorama, es no solo poco elegante, sino increíble echar la culpa a la ministra por haber ocultado información, cuando todo el Ecuador ha estado pendiente de la situación eléctrica.
Es verdad que en el sector hay corrupción, lo hemos sabido desde hace años, y se profundizó cuando Jorge Glas fue ministro coordinador de los Sectores Estratégicos (2010-2012) y siguió supervisando el sector cuando fue vicepresidente (2013-2017).
Y es justamente entonces cuando la señora Arrobo fue funcionaria del Ministerio de Electricidad y Energía Renovable, aunque no en alguna capacidad técnica específica de la generación eléctrica sino como analista, primero, y directora, después, de Relaciones Internacionales.
¿Estamos frente a otra equivocación épica de Noboa, igual que con Verónica Abad? Porque es Noboa quien la nombró y sostuvo estos meses, cuando todos los que algo conocen del tema la han calificado como poco preparada para el cargo.
Si quería tener excelencia técnica y combatir la corrupción en ese sector fue totalmente inadecuado nombrar a quien fue funcionaria en ese ministerio en la época más corrupta de la historia (que, de paso, no declaró el impuesto a la renta en los cinco años anteriores a su nombramiento). El más somero ejercicio de calificación de antecedentes la habría descartado.
Ahora se ha anunciado que el Gobierno ha presentado acusación fiscal contra 22 saboteadores. No se sabe quiénes son ni cómo sabotearon, pero lo que sí se sabe es que no es a causa de ellos que no llueve ni que Colombia haya dejado de vendernos electricidad.
En efecto, Colombia soporta la peor sequía en décadas y los embalses de sus hidroeléctricas están cerca del nivel crítico del 27%, mientras que la producción de energía a través de plantas térmicas está a total capacidad. Por eso, el ministro de Minas y Energía de ese país, Andrés Camacho, dijo el lunes que ya no se está exportando energía a Ecuador.
Esa sequía se venía venir y por eso fue tanto más meritorio el logro del presidente Guillermo Lasso quien consiguió —en una ardua negociación de la que fui testigo privilegiado como embajador en Colombia— que ese país vendiera energía eléctrica al Ecuador, cuando ya había voces del sector eléctrico colombiano (además de las políticas, que nunca faltan) que se oponían a ello.
Sí, el actual presidente tiene razón en decir que hay corrupción e ineficiencia en el sector, pero la verdad es que él y su equipo, en especial su secretario general de la Administración, debían haber estado pendientes de la situación, porque el déficit de lluvias es palpable y si no llueve, no habrá posibilidad de generar la energía que necesita el Ecuador.
Las predicciones de que el punto crítico de la sequía se alcanzaría en diciembre de 2023 no se cumplieron, porque esta se ha alargado con semanas de fuertes precipitaciones (como las que provocaron el nuevo aluvión de La Gasca el 2 de abril) y prolongadas semanas de cielos despejados y ausencia de lluvias, cuando debería estar lloviendo abundantemente, no en vano se dice “Abril, aguas mil” en toda la Sierra ecuatoriana,
Las predicciones del tiempo en Quito para esta semana apuntan que hay 40% de posibilidades de que llueva hoy jueves, y más de 60% de que llueva el viernes y el sábado, decreciendo las probabilidades el domingo y anunciándose una nueva semana seca a partir del lunes. Parecidos pronósticos hay para Cuenca, que es donde queremos que llueva.
Las predicciones de los sitios internacionales del tiempo atmosférico coinciden con las del Inhami, entidad que no dice nada sobre lo que pasará la próxima semana.
Con todo esto, el presidente Noboa debe estar empezando a darse cuenta de que, con todo el poder que tiene, no puede decidir sobre todas las variables en un Gobierno (están la naturaleza, el calentamiento global, los gobiernos extranjeros, los poderes fácticos), y que no va a poder dictar un decreto para que llueva de manera abundante y continua las próximas semanas.
El parque térmico ecuatoriano no es ni de lejos suficiente para proporcionar la electricidad que no puede generarse con el agua, por ello, cuando se hicieron oír las primeras predicciones de esta sequía, ya se dijo que el Ecuador tiene que optar por facilitar los permisos para la generación privada y volver a considerar las barcazas con generadores a bordo, de las que se hablaba hace pocos meses. Son soluciones a mediano plazo y los apagones seguirán, para la desesperación de todos, a menos de que llueva torrencialmente.