Dato y Relato
Incredibol: humor, bilingüismo y economía
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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“Bicos jis nais, bicos jis janson, is sontin incredibol”. De esta manera sarcástica, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa se burló de la pronunciación en inglés del exmandatario Rafael Correa. Desató muchas risas, memes y caricaturas. ¡Hasta camisetas comenzaron a aparecer con la famosa frase!
El expresidente y muchos de sus seguidores no lo tomaron a bien y reaccionaron enojados frente a la vacilada. El que se pica pierde, dicen. Como era previsible, el debate en las redes sociales se calentó y adquirió un tono agresivo.
Las risas dieron paso a insultos y amenazas, lo que mostró, una vez más, lo tóxico y la intolerancia del ambiente político actual en el país.
La más reciente novela de Santiago Posteguillo, Maldita Roma, (muy recomendable), cuenta cómo Apolonio, maestro de retórica de Julio César, le dio a su pupilo una clase memorable sobre el poder del humor y la capacidad de reírse de uno mismo en la política.
Winston Churchill y Groucho Marx también coincidieron en que el humor es “cosa seria”. Varios psicólogos sociales han mostrado que puede reforzar conductas positivas y mejorar la percepción de la realidad y los niveles afectivos.
El sentido del humor puede hacernos más felices y más productivos a individuos, empresas y naciones, tal como lo sostiene Shawn Achor, en su libro sobre Happiness as a Competitive Advantage.
Lamentablemente, estas actitudes y buena disposición parecen ser escasas en muchos de nuestros dirigentes. No solo tenemos déficit fiscal, sino también déficit de buen humor. Será clave corregir los dos.
Pero la refriega entre el presidente y el expresidente mostró un tercer déficit: la falta de bilingüismo inglés-español. La mayoría de personas que se mofó de la mala pronunciación de Correa no tiene competencias desarrolladas en dicho idioma.
Ecuador es uno de los países más retrasados en América Latina en cuanto al dominio de inglés. Se estima que solo el 28% de la población mayor de 15 años tiene algún conocimiento del idioma, pero con un nivel generalmente insuficiente para desenvolverse en el mercado laboral.
De acuerdo con una evaluación de las habilidades en inglés reportada por Statista, en 2023 el país ocupó la posición 80 entre 113 países evaluados. Está por debajo de Colombia (75), Brasil (70), Venezuela (56), Chile (52) o Perú (51). En la región, solo destacan Costa Rica (38) y Argentina (28), pero están muy lejos de los países europeos y de muchos asiáticos como Singapur (2).
Superar dicho rezago en Ecuador será imprescindible para aprovechar de manera más inclusiva y exitosa las oportunidades de una economía cada vez más globalizada. Se estima que en la actualidad hay más de 1.500 millones de personas que hablan inglés en el mundo, de los cuales entre 375 y 400 millones lo hacen como su lengua materna.
El comercio internacional, la inversión extranjera y servicios como el turismo se desarrollan mayoritariamente en inglés. Como decía el expresidente uruguayo José Mujica, hay que aprender inglés, no porque es el idioma del imperio, sino porque es el que utilizan los chinos para hacer sus negocios.
La literatura existente sugiere que el bilingüismo puede tener un impacto positivo en la productividad económica, especialmente en términos de facilitar el comercio internacional, promover la innovación y mejorar la competitividad laboral.
Según el Center for Economic and Policy Research (CEPR), los trabajadores bilingües pueden experimentar un aumento salarial que oscila entre el 5% y el 20%, dependiendo del sector y la demanda específica de habilidades lingüísticas.
En el sector turístico, por ejemplo, la capacidad para comunicarse en varios idiomas puede generar un aumento del 10% al 20% en los ingresos, según estimaciones del World Travel & Tourism Council (WTTC).
Para otros sectores de servicios, como los centros de servicios, procesamiento de información, call centers y actividades de offshoring y nearshoring, el dominio de inglés es un requisito indispensable.
Igualmente, es la herramienta habilitante para ofrecer servicios en el exterior. Por ejemplo, un mejor nivel de inglés de Moisés Caicedo y Pervis Estupiñán, dos de los más talentosos futbolistas ecuatorianos, les habría potenciado su rendimiento deportivo y su integración a la cultura británica.
En cuanto a la innovación y la adopción tecnológica, buena parte del código y las aplicaciones están escritos en inglés. Para sumarse efectivamente a la transformación digital y disfrutar de sus beneficios, es fundamental la diversidad lingüística.
Varios países han entendido la importancia de la enseñanza del idioma inglés. Costa Rica, por ejemplo, lanzó en 2018 la Alianza para el Bilingüismo, un esfuerzo público-privado que fue un componente básico de su estrategia de competitividad e innovación. No parece una coincidencia que, pocos años después, esté tan alto en los rankings mundiales.
Un plan similar podría convocar rivales políticos, como Correa y Noboa, así como otros participantes de los sectores público, privado y académico, en torno a una estrategia de bilingüismo, que trascienda gobiernos y partidos.
Ecuador tiene una ventaja adicional: buena parte de su población ya es bilingüe español-kichwa, pero lo está perdiendo. Será fundamental preservar y extender este activo cultural, y complementarlo con un idioma global, como el inglés. Se trataría de un trilingüismo muy poderoso. “Bicos is nais, bicos is gut for pipol in di economi”.