Firmas
No solo es el Presidente
Abogado y escritor. Ha publicado varios libros, entre ellos Abraza la Oscuridad, la novela corta Veinte (Alfaguara), AL DENTE, una selección de artículos. La novela 7, además de la selección de artículos Las 50 sombras del Buey y la novela 207.
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Volvimos a esa época mesiánica, en la que la mayoría de los ecuatorianos mira hacia arriba esperando la llegada del salvador.
En este punto, bien pueden ser ciudadanos de otras galaxias, un virus que mate ladrones (cuando el choro muerto sea amigo o pariente diremos que fue infarto), y si ofrece arreglar la tragedia de este país, pues bienvenido sea hasta el mismísimo Satanás.
Jesús que no baje. Con él nos tocará amar al prójimo como a nosotros mismos, y su concepto de prójimo es demasiado general para nuestros gustos particulares. Deje así.
Pero la realidad es que deberíamos abrir la boca con la vista hacia las nubes con la esperanza de que vengan a salvarnos, no un solo personaje colmado de honradez y sabiduría, sino más de 100.
Cien que sepan la diferencia entre propio y ajeno y que sepan que el Quijote nunca dijo “ladran los perros Sancho, señal que avanzamos”.
Digamos que por lotería logramos elegir a un presidente a lo bestia de honesto, conocedor de la cosa pública, cero traumas, ADN respetable (hablo de no haber heredado mañas delincuenciales de sus ancestros), moderno, respetuoso de las minorías, adoptador de gatos, claro orador, sereno, generador de empleo, y realmente bilingüe.
También estará dispuesto a decir la verdad a la gente. Será valiente, listo para disculparse por sus errores, de un ego moderado. Que se le vea natural con una biela en la mano, libre de relaciones con el narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares. Independiente de Trump, Putin, y de Xi Jinping, y que no le de el alma para pagar a troles ni a otros sicarios.
Ese mismo señor o señora, tendrá que escoger al menos 23 ministros, para toda la tracalada de ministerios que tiene este pobre país.
Así, necesitamos 23 ecuatorianos y ecuatorianas con las mismas características de su jefe, salvo la necesidad de estar casados, porque solo el Primer Mandatario tiene que tener esposa o esposo que nos caiga bien a todos.
De estos 23 al menos 10 deben estar dispuestos a trabajar para dar de baja su ministerio, pues ya que estamos soñando, el Estado tiene que reducirse.
Deben ser personajes con su vida resuelta, porque, además de todo, a los 23 Súper Sayayines que necesitamos y queremos para los ministerios, les vamos a pagar 3 lucas y pico al mes.
Escogerán viceministros, subsecretarios y directores del mismo talante. Y ninguno de estos 23 debe aceptar que el Presidente les ponga a recoger con chanchullos una cuota millonaria para él. Aunque eso no va a pasar con el Presidente descrito en el párrafo anterior, ni más faltara.
Pero un Poder Ejecutivo triple A no será suficiente:
De los 137 Asambleístas, tenemos que elegir a 95 que sean muy honestos, eficientes, conocedores de los procesos legislativos y fiscalizadores. Que acudan a la mayoría de reuniones y que se distribuyan correctamente entre las 12 Comisiones permanentes y el Consejo de Administración Legislativa.
No esperamos que los 95 voten como borregos alzamanos, de ninguna manera. La “troncha” (palabra antigua), morirá por falta de mercado. Querremos que, siendo fieles a la ideología que tengan, voten por lo que crean adecuado para el país, en lugar de pedir favores a cambio.
Es decir, pueden tener ideología, pero al ser honrados, sabios, prudentes y justos, entenderán que su ideología tiene límites, virtudes y defectos. Sabrán escoger muy bien a sus alternos, a sus asesores y, en serio, tienen que proponer algún proyecto de ley o de reforma que nos lleve a mejorar la situación general.
Se abstendrán de sacar Resoluciones como 'El Día Nacional de la Mascarilla' y, en su lugar, fiscalizarán y alimentarán positivamente al Sistema de Salud Pública.
También van a ganar muy poco en comparación con sus responsabilidades y capacidades humanas y profesionales.
Y todos estos más de 100 salvadores, estos 100 mesías, además, deberán tener mucha paciencia, tolerancia y un quirúrgico talento para repartir las dosis perfectas de gas lacrimógeno y garrote cuando los quieran derrocar. Pues a la mayoría de gente no le gusta el cambio que signifique cambiar uno mismo.