Efecto Mariposa
¿Cero celulares para los niños?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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La relación estrecha de niños y adolescentes con internet ha tenido sus ventajas, así como también efectos negativos.
Entre los beneficios de la era digital se señala que los niños y jóvenes que están conectados muestran un mejor desempeño académico, tienen más facilidad para buscar información y para desarrollar habilidades sociales y emocionales.
Como consecuencias negativas se pueden mencionar: fracaso académico, aislamiento social y familiar, ansiedad, depresión, sedentarismo, problemas para dormir, atención dispersa, adicción al internet y un sinnúmero de peligros más.
Así, la discusión se ha centrado en encontrar una fórmula que permita maximizar los beneficios de la era digital, minimizando sus perjuicios, reconociendo que los estudiantes necesitan adquirir competencias para las tecnologías digitales, puesto que estas constituyen una oportunidad para extender el conocimiento más allá de la escolarización formal.
Incluso algunos especialistas han argumentado que, aunque es importante considerar los aspectos negativos del mundo digital, se debería prestar más atención a sus bondades, puesto que estos superarían a los riesgos.
Sin embargo, Jonathan Haidt, psicólogo social y profesor de la Universidad de New York, disrumpe la discusión sobre el uso del internet por parte de los niños y jóvenes con cuatro “normas” radicales, mismas que están publicadas en su libro Generación ansiosa:
- Los niños no deberían usar un teléfono inteligente antes de los 14 años. Hasta esa edad deberían usar teléfonos básicos, con aplicaciones limitadas y sin acceso a internet ni cámaras.
- Los jóvenes no deberían usar redes sociales hasta los 16 años, puesto que las comparaciones sociales y los “me gusta” no recibidos los podría llevar a la depresión. El 30% de padres en Ecuador admite que sus hijos menores de 13 años usen Facebook.
- Las escuelas deberían estar libres de teléfonos inteligentes, para que los estudiantes puedan interactuar socialmente, sin distractores. Los Países Bajos, Francia, Italia, Finlandia y España ya implementaron esta medida.
- Dejar que los niños jueguen libremente y sean más independientes y responsables en el mundo real, con el fin de que desarrollen destrezas sociales y vivan una infancia basada en los juegos y no en el teléfono.
El autor elaboró esta propuesta después de un largo periodo de investigaciones que le permitieron concluir que la epidemia de salud mental que atraviesan los jóvenes se debe a que, cuando niños, tuvieron acceso temprano y fácil al internet y a celulares inteligentes. Y las consecuencias ya estarían siendo visibles con jóvenes que ríen menos, no hacen contacto visual, no les gusta la interacción social y no tienen hobbies.
Según Haidt, el contacto temprano e intenso con la tecnología habría ocasionado una “reconfiguración del cerebro” de los niños, debido a que están viviendo infancias basadas en el celular.
Hay que recordar que la infancia es un período crítico para el desarrollo físico, cognitivo, emocional y social que puede influir en la trayectoria de la salud y el bienestar durante la edad adulta.
Como era esperado, una propuesta tan radical generó reacciones diversas y, a pesar de que la obra del investigador ha estado, durante ocho semanas, en la lista de los libros más vendidos del New York Times, no ha dejado de generar críticas.
Por ejemplo, Candice Odgers, reconocida psicóloga de la Universidad de California y especialista en temas de salud mental de niños y adolescentes, indica que el boom de ventas del libro no es sorprendente, puesto que este ofrece una “historia aterradora” sobre el desarrollo de los niños que muchos padres están dispuestos a creerla.
Argumenta la investigadora, en un artículo publicado en la prestigiosa revista 'Nature', que para concluir que el internet reconfiguró el cerebro de los niños y que es la causa de la epidemia de enfermedades mentales se requiere de más evidencia científica, y que lo presentado por Haidt no es suficiente.
Añade que lo encontrado hasta el momento no soporta una relación causal, apenas se podría sugerir una correlación, puesto que los resultados obtenidos son variados. Así, la investigadora critica duramente que se ofrezca una respuesta tan simple a un problema tan complejo.
Por último, Odgers advierte que depositar toda la responsabilidad de las enfermedades mentales en los celulares y en el internet distraerá a los investigadores de encontrar sus causas reales, y que estas también pueden ser de carácter genético y ambiental.
Asimismo, ha surgido la duda sobre la factibilidad de implementar las normas de Haidt, puesto que, si los padres están todo el tiempo en el celular, suena improbable que los niños no tengan acceso a estos dispositivos.
Si bien la propuesta de Haidt ha tenido gran acogida, sería deseable que haya más evidencia científica que permita confirmar su teoría. No obstante, no se puede dejar de reconocer que, actualmente, niños y jóvenes tienen una estrecha relación con el internet y los celulares, y que podrían convertirse en el futuro cercano en adictos al internet o padecer nomofobia (miedo irracional a no tener el celular o a no estar conectado a internet).
Aunque las preocupaciones sobre la salud mental y el desarrollo de los niños en la era digital son legítimas, es necesario encontrar un equilibrio que maximice los beneficios de la tecnología y minimice sus riesgos.
La discusión debe seguir abierta, siempre basada en evidencia científica sólida y con un enfoque en la protección integral de los niños, tanto en el mundo virtual como en el real. Reconectar a los niños con el juego y con experiencias reales libres de pantallas podría ayudarles a vivir infancias saludables y felices.