De la Vida Real
La alegría es una camiseta firmada por un ídolo del fútbol
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Tener hijos amantes del fútbol es un reto maternal que no logro decodificar. Trato de entender su pasión, pero mi cerebro no comprende.
La semana pasada, mis hijos, El Pacaí y El Rodri, me dijeron que necesitaban hablar conmigo. Me sentaron en la sala y me pidieron que por favor que el miércoles los llevara al centro comercial San Luis, porque los jugadores del Independiente del Valle iban a firmar camisetas.
Ellos saben que tengo memoria selectiva y que le doy importancia a lo realmente importante y que el fútbol es, entre mis preocupaciones, la menor de todas.
Abría un cajón de mi closet y encontraba un papel de colores que decía: "el miércoles 21 de junio ir a firmar camisetas".
Iba a la cocina y en el queso había otro papel pegado: "Má, no te olvides de que el miércoles 21 nos tienes que llevar a firmar camisetas".
Abría mi billetera y encontraba una nota adherida a la tarjeta de débito: "Recordatorio: miércoles 21 llevar a tus hijos al San Luis".
Y así papelitos por todos lados, recordándome la fecha más crucial del año.
Llegó el día. Me organicé de tal manera para estar en la casa a las 15:30. Mis hijos, los tres, porque La Amalia también se dejó contagiar por la euforia futbolera y soñaba con conocer a un tal Junior Sornoza.
Le ama a este famoso Junior Sornoza, y no entiendo ni por qué ni quién es, pero ella llevaba puesta la camiseta de la selección de Ecuador.
El Pacaí y El Rodri me esperaban vestidos con la camiseta rosada del Independiente y en la mano llevaban la camiseta azul.
Estaban ansiosos. No me dejaron ni bajar del auto:
-Má, vamos que estamos tarde.
-¿Pacaí, crees que esté Lautaro Díaz?
-No creo, pero seguro que va a estar Christian Pellerano.
-¿Estará Lorenzo Faravelli? Porque estoy llevando la camiseta de Argentina para que me la firme.
-Ñaño, eso es una traición a la Patria.
-Pacaí, Argentina es campeón del mundo. Y él es su representante.
-¿Estás nervioso, ñaño?
-Siento que en mi barriga hay agua con gas.
-Yo también siento que se me sale el corazón por los ojos.
Oía lo que conversaban mis dos hijos y, a pesar de que no puedo entender su pasión, sí puedo entender la pasión que tengo por ellos y la ternura que me causan:
"Má, porfa, cuando esté con Sornoza me tomas una foto", me dijo con toda la inocencia del mundo La Amalia.
Llegamos al San Luis, al punto exacto donde supuestamente era la firma de camisetas. Y una señorita nos dijo de la manera más seca que puede alguien dar una mala noticia:
-Niños, vengan mañana. Hoy se canceló.
Mis hijos casi lloran. El Pacaí exigía una explicación. Estaba desconcertado, pero la chica no sabía qué más decirles.
Les propuse que fuéramos a tomar un helado y les prometí que volveríamos.
En eso, sonó la alarma de mi celular:
-Llegó el gran día. Hoy nos firman las camisetas.
El jueves a las 16:00 salimos de la casa. Ya no estaban tan ansiosos. En el carro iban callados. Creo que la expectativa se les bajó, pero todavía tenían esperanzas de conocer a sus ídolos.
Llegamos, y había una fila de más de dos cuadras. Nos pusimos detrás de un señor. El Pacaí y El Rodri buscaban todas las maneras posibles de averiguar qué jugadores estaban firmando camisetas, hasta que se dieron modos de ir solitos a averiguar. Regresaron felices:
-Má, ¿puedes creer que están Junior Sornoza, Patrick Mercado, Beder Caicedo y Kendry Paéz
-Están los grandes y dos jugadoras mujeres, Má. Ojalá ellas también nos firmen las camisetas. El fútbol femenino está en auge.
Estaban nerviosos, ansiosos, pero sobre todo felices. Y La Amalia les preguntaba una y otra vez:
-¿Le vieron a Sornoza? ¿Estám seguros de que era él?
Luego de dos horas de espera y miles de conversaciones espontáneas, por fin entramos. Y sí, los jugadores, encantadores.
Estaban sentados detrás de una mesa, sonrientes, súper amables. Se tomaron miles de fotos y firmaron las camisetas.
Y Sornoza le dijo a La Amalia:
-Pero qué niña tan preciosa ha venido.
Ella sonrió y me regresó a ver como si un ángel le hubiera hablado.
Toda espera que sale bien es un objetivo logrado. Mis hijos no pararon de hablar un solo segundo de cada detalle del encuentro.
Ni bien llegaron a la casa, pegaron en la pared de sus cuartos las camisetas firmadas por sus ídolos con cinta masking, advirtiéndome que tengo que mandarlas a enmarcar.
Y ahora entiendo la importancia que tienen los futbolistas. Dan esperanza y alegría a los niños.