El indiscreto encanto de la política
Ni chicha, ni limonada
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Seguro han escuchado la expresión 'ni chicha, ni limonada'; frase que, en su origen, se utilizó para comparar estas dos bebidas con una tercera que no era ni fuerte (o alcohólica) como la chicha, ni suave (e inocua) como el jugo de limón.
De la misma manera, esta comparación es válida para describir a aquellas personas que al momento de decidir entre ser fríos o calientes, por conveniencia, eligen simplemente ser 'tibios'. Revisemos.
Escudados por la etiqueta de 'neutrales', los tibios se rehúsan a asumir una posición clara y definida ante circunstancias en las que necesariamente tienen que tomar partido. Con su indiferencia, ellos avalan el atropello y legitiman el abuso. Se convierten en espectadores impávidos de la injusticia y cómplices silentes del bando opresor.
Los tibios quieren pertenecer a dos mundos; y beneficiarse de lo mejor de cada uno. No les importa renunciar a sus convicciones y principios si es que eso -a pesar de la contradicción- los conduce a alcanzar su cometido.
Cuando se ven atrapados en situaciones en las que necesariamente tienen que escoger entre lo blanco o lo negro, buscan ser salomónicos: pongámonos en los zapatos de la otra parte'.
Lo expuesto, obviamente, no incluye a quienes asumen una legítima posición de equilibrio e imparcialidad. Este dardo moral más bien apunta hacia aquellos que ante el superclásico del siglo esperan al minuto noventa para subirse a la camioneta del equipo ganador. Lamentablemente, lo que la mayoría de veces está en disputa en el mundo nos son partidos y goles, sino nuestros derechos y libertades.
Incluso, la tibieza no se ha escapado del escrutinio divino. El profético Apocalipsis de San Juan 3, en sus versículos 15-16, retrata como Jesús se refiere a estos vacilantes personajes:
15. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!” 16. “Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
Finalmente, Dante Alighieri en su célebre Divina Comedia 'cordialmente' invita a los titubeantes a las llamas del averno: “Los lugares más calientes del infierno [asimismo] están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral mantienen su neutralidad”.
La peor traición que alguien puede llevar cuestas es saber que pudo asumir una posición y cambiar las cosas, pero su cobardía se lo impidió. Que nos critiquen por hacer.