Leyenda Urbana
Nazareno multiplica el dinero que puede hacerse humo
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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En el sector Nuevo Amanecer, en Quevedo, donde vive Adela Santana, que ha perdido todo por la pandemia, hay alegría; la gente se emociona cuando los hombres que trabajan con Miguel Ángel Nazareno, Don Naza, ingresan una lavadora, una cocina, colchón, televisor y una canasta de víveres, obsequio del gran benefactor para la sufrida familia.
Entregando sillas de rueda, prótesis, enseres de casa y alimentos, Don Naza galvaniza el apoyo ciudadano, mientras se lucra de incautos, de quienes habría logrado millones de dólares, en un negocio que les podría dejar en la calle.
Desde el 4 de mayo pasado, mediante la plataforma Big Money, capta dinero (mínimo USD 300) por el que paga 90% de interés semanal. Comenzó con cinco "inversionistas"; hoy tendría cinco mil.
Puesto contra las cuerdas, tras el allanamiento de la Fiscalía a varios inmuebles, Don Naza admite que los permisos y regulaciones para Big Money recién los está tramitando; aun así, se declara víctima de ataques mediáticos.
El país miró con asombro grandes movilizaciones y caravanas para defenderlo, aunque podría tratarse de un estafador, que endulzaba la vida de la gente con caramelos envenenados.
El viernes pasado, no rindió versión libre y voluntaria en la Fiscalía y sus abogados han pedido nueva fecha y que sea vía telemática. Sin orden de arresto, Don Naza puede circular libremente y hasta salir del país, pero su paradero, hoy, es desconocido.
Ojalá la justicia no reaccione demasiado tarde, ya que los expertos coinciden que podría ser sentenciado y encarcelado, porque el Código Orgánico Integral Penal (COIP) sanciona la captación ilegal de dinero con entre 5 a 7 años de cárcel.
A estas alturas, no hay duda de que Big Money es una piramidación de capitales, esquema que paga a los primeros "inversionistas" con el dinero que va llegando; pero una vez que dejan de ingresar recursos, todo se desmorona.
El caso Don Naza ha recordado el de Bernie Madoff, quien protagonizó, en 2008, uno de los mayores fraudes de la historia financiera de Estados Unidos, con una estafa colosal de más de USD 65.000 millones.
Tomaba capitales a cambio de grandes ganancias, un sistema piramidal o esquema Ponzi, que se derrumbó cuando empezó la burbuja inmobiliaria, y el dinero que le habían entregado, fue retirado.
Madoff estafó a entidades bancarias, grupos financieros, organizaciones caritativas, fundaciones y a miles en todo el mundo. Fue sentenciado a 150 años de cárcel por "delitos extraordinariamente maléficos". Murió en prisión, en abril pasado.
Otros comparan a Don Naza con el notario Cabrera, fallecido en 2005, quien armó una pirámide con unos 30.000 clientes, entre quienes había jueces, abogados, militares, políticos, etcétera. Habría captado USD 800 millones.
Cabrera no tuvo quién le cante; Don Naza, sí. La canción que tararen en Quevedo lo exalta, mientras descalifica a autoridades y banqueros. El coro repite: "No a la prensa corrupta; no a los atrasa pueblos".
En el caso Don Naza todo parece consumado, pero lo que se viene no pinta bien. Hay demasiadas preguntas sin respuestas: siendo cabo segundo del Ejército en servicio activo, aunque en situación irregular, ¿qué sabía la institución de su negocio? ¿Alguno de sus miembros participó del mismo? ¿Quiénes integran el círculo de seguridad que lo protege? Y algo más: ¿Big Money lava dinero?
Las autoridades de control financiero se han referido a Big Money, pero, como maestros del escapismo, dicen no ser responsables de nada, porque solo vigilan los entes regulados. También hablan de educación financiera, aunque no se ha visto campaña alguna en ese sentido.
Al parecer, solo intentan hacer control de daño de la imagen institucional, porque a los perjudicados nadie los salvará; por hora, ni ellos mismos parecen darse cuenta de lo que les ha pasado.
Algo sí está claro. Sin pensarlo, Don Naza ha provisto al SRI de una fuente inagotable de información, para comprobar cuánto pagan de impuestos los "inversionistas" (hay depósitos de USD 600.000). Y a la UAFE de harto trabajo para conocer el origen del dinero.
Otra pregunta: la renovada oficina de Inteligencia del Estado, ¿ya habrá descubierto cómo se originó este negocio? ¿Ya habrá diseñado los probables escenarios del desenlace, cuando haya que devolver la plata y no alcance para todos?
El caso Don Naza es una clave para entender la compleja psicología de la gente, que arriesga todo en un juego financiero imposible. Pero, sobre todo, es una bomba de relojería que al explotar hará añicos el espejo mágico que ha reflejado una imagen falsa de un rentable negocio por fuera de la ley.
Mientras llega ese día, en una suerte de hipnosis colectiva, en Quevedo idolatran al cabo Miguel Ángel Nazareno, devenido en deidad, a quien, en un inaudito acto de fe, atribuyen el milagro de multiplicar su dinero, aunque lo más probable es que se haga humo.