Canal cero
Bukele: ¿Otro Ortega o Bolsonaro?
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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El triunfo electoral del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha despertado efecto contagio. “Nos interesa adaptar el modelo de Bukele”, dijo la ministra argentina de Seguridad, Patricia Bullrich, después de que el mandatario salvadoreño fuera reelegido.
Varios gobiernos de la región y un sector nada despreciable de la opinión pública admiran las recetas de mano dura de Bukele. El estado de excepción y el encarcelamiento masivo, que han bajado las tasas de homicidio en El Salvador, parecen ser la solución.
Pero hay voces críticas de Bukele. Por ejemplo, Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica descarta que su estrategia pueda ser un modelo para América Latina. “Simplemente es irreal y se está soñando con una especie de espejismo que nos hace perder tiempo”, dijo en una entrevista con BBC Mundo.
Chinchilla dice que prácticamente han desaparecido los elementos que caracterizan un Estado democrático en El Salvador.
Por ejemplo, indica, "no vimos un terreno nivelado, con similares condiciones de participación para diferentes alternativas. Quizás lo que más nos golpeó fue ver una autoridad electoral absolutamente anulada, al punto que ni siquiera pudo terminar de dar el conteo y los datos oficiales, sino que fue el propio gobernante el que los da”.
Observa, que hubo una violación a la Constitución mediante una interpretación de una Corte nombrada políticamente por un Congreso controlado por el gobernante. Y la prensa independiente ha tenido que salir prácticamente de El Salvador para informar desde afuera.
Afirma que para la elección no hubo plenas condiciones de participación, competencia y transparencia, que ya venían siendo muy limitadas.
Bukele justifica sus acciones con que tiene mayoría, pero Chinchilla dice: “sabemos muchas lecciones de la historia en donde gobernantes asentados sobre mayorías a veces muy fanatizadas terminan conduciendo a escenarios extremos, naciones aún con instituciones más fuertes que El Salvador".
El hecho de tener las mayorías consigo no valida que un gobernante haga lo que quiera. En democracia nunca se podrá justificar por ejemplo aplastar consideraciones de las minorías en nombre de las mayorías.” Para los ecuatorianos, la experiencia del caudillismo autoritario correísta y su mayoría es elocuente.
Sobre la afirmación de Bukele de que esta “sería la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático”, opina: “A mí me cuesta mucho comprender que haga alarde de ciertas cosas. Creo que tenemos escalas de valores muy diferentes y posiblemente me voy quedando un poco sola en una región que está aplaudiendo muchísimo este tipo de liderazgos.”
Y sentenció: “Para mí sería un signo de fracaso contundente salir a hacer alarde de que tengo la prisión más grande del mundo. Yo quisiera competir diciendo que tengo las escuelas más grandes y eficientes del mundo, pero no las cárceles. Allí evidentemente hay un símbolo de una sociedad fallida.”
¿Será que Bukele va en camino de ser otro Ortega o Bolsonaro?