Al aire libre
La Navidad es de los niños. Y los asesinan.
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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La Navidad es de los niños, pero este diciembre han sido asesinados cientos de niños en la Franja de Gaza y en Israel. En Ecuador, hace una semana mataron “por error” a cuatro niños y a su madre.
¿Qué nos pasa? -se lee en las redes.
Y yo pienso: ¡No somos todos! No podemos ser todos malos, tampoco somos del montón que lee las noticias con indiferencia. Nos duele, tenemos desesperación por impedir la guerra de Gaza e Israel, de Ucrania y Rusia, de Durán y la delincuencia organizada.
Gandhi decía: sé el cambio que quieres ver en el mundo.
Si en nuestras casas nos peleamos a diario, o tenemos rencores de años con alguien o con varios. Si entre hermanos a veces nos herimos, estamos colaborando con ese sector descompuesto de la sociedad.
Quién no ha sentido odio. Así, odio visceral. Todos. La diferencia es tener autocontrol, sanar ese mal sentimiento, ver más lo bueno que lo malo, perdonar, hacer el bien.
¿Qué hace que estas personas torcidas sean capaces de matar niños? A quemarropa, con una bomba o dando la orden de hacerlo. Se fueron dañando en el camino, desde pequeños vieron cosas atroces, su mente se programó para hacer sufrir al otro.
Los que dan la orden, en su afán desmedido de poder, de dinero, de implantar el fanatismo, también son seres torcidos, enfermos de maldad.
Estamos en Navidad. Hagamos la prueba de alejarnos del montón que elige ser indiferente y cómodo, y veamos estas realidades con la intención de reparar el daño. ¿Cómo podemos reparar algo tan distante y doloroso?
Perdonando a quien nos ha lastimado. Ayudando al que está a nuestro lado. Siendo el cambio que soñamos. Siguiendo el ejemplo de personas valientes y rectas como la Fiscal Diana Salazar, a quien la población ecuatoriana y latinoamericana admira y respalda.
Aplaudamos y compartamos buenas noticias, como las de los deportistas de nuestro país que trajeron cientos de medallas de los Juegos Panamericanos de Santiago, de las olimpiadas especiales de Berlín, de los mundiales.
Que el amor crezca en nosotros para que cualquier otro sentimiento, aspecto, defecto, opinión o juicio, se achiquen. Que el amor ocupe todo el espacio.
Juan El Bautista anunciaba a Jesús de esta manera: que Él crezca y yo mengüe.
Practicar un acto de bondad ayuda a nuestra salud mental y a mejorar nuestras relaciones. Reduce la ansiedad y la depresión. Además, el bien atrae al bien.
Fácil deducir lo que produce un acto de maldad. El karma.
Hacer daño es fácil. Por ejemplo, ignorar a alguien, dejar de tomarle en cuenta, en inglés “ghosting”, produce dolor e ira en la víctima. Pero produce malestar y hasta depresión en la persona que actúa como victimario. Todos hemos sufrido el bullying, el ghosting, incluso el maltrato deliberado.
Pasar por alto algún gesto que no nos gustó, ya es un primer paso. Es mejor sumar que restar. Vivamos como dicen las Madres de la Caridad: contentos de todo, felices de todo.
Alguien me decía un día: cuando termine de agradecer, empezaré a pedir. Qué bueno es ser grato. Y si vamos a pedir a taita Dios, que sea así:
Señor, no permitas que haya más niños asesinados. Que una chispa de razón llegue a esas mentes torcidas para que dejen de matar. Que la tregua navideña pase el año nuevo y dure para siempre.
Pidamos en grande:
Señor, que los seres humanos nos volvamos mansos, dulces, bondadosos, constructivos. Que vayamos por la vida, contentos de todo, felices de todo. Como son los animalitos, almas buenas, ángeles que llegaron a contentarnos la vida.
Los buenos somos más. Eso es real. Lo que suma, suma. Y si algo tenemos que restar, que sea el desprendimiento de objetos, de cosas, de necesidades, juicios, ego y codicia.