Contrapunto
‘La nariz’ de Shostakóvich fue la primera ópera censurada por Stalin
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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En artículos anteriores acerca de uno de los más importantes músicos rusos, Dmitri Shostakovich (1906-1975), habíamos narrado la censura de Stalin y del diario Pravda a su ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, pero al continuar estudiando su obra constatamos que antes hubo otro veto.
El joven y provocador compositor ruso fue severamente recriminado por las autoridades comunistas por causa de 'La nariz', estrenada en Leningrado el 18 de enero de 1930 cuando el músico apenas contaba con 24 años.
La obra operística, basada en un cuento de Nikolai Gogol fue retirada rápidamente de circulación por causa de los ataques que sufrió de parte de la Asociación de Músicos Proletarios de Rusia porque utilizaba reiteradamente su sarcasmo y porque era “rabiosamente modernista”.
El relato de Gogol tiene apenas 30 páginas y toda la historia se desarrolla en San Petersburgo.
La ópera Lady Macbeth fue estrenada el 22 de enero de 1934, también en San Petersburgo y a los pocos días, alertado por el diario Pravda y la militancia comunista asistió Stalin al teatro para comprobar que se trataba de una obra “degenerada”, contraria a los principios políticos del gobierno.
Al músico le encantaba la ópera, incluso con 16 años había escrito otra obra, la tenía lista para su estreno, pero inexplicablemente rompió el libreto y poco después comenzó a trabajar su polémica Nariz.
Desarrollada en tres actos y 10 escenas, la obra cuenta la historia del mayor Platón Kutzmich Kovaliov que, al despertarse, descubre que su nariz “se dio a la fuga”, había desaparecido de su rostro.
Entonces acude a la sección de clasificados del periódico, a la policía y a la iglesia para denunciar la pérdida del apéndice nasal. Kovaliov, a punto de suicidarse, es informado que en la estación de carruajes había aparecido su nariz.
Pero no podía lograr que sea nuevamente pegada a su cara, llamaron a los doctores y tampoco pudieron. Misteriosamente, una mañana al despertar aparece nuevamente con su nariz, sale a las calles y la gente lo aplaude, incluso una joven se le ofrece en matrimonio.
Ese es el argumento de lo que entonces se denominaba el teatro del absurdo, con libreto en prosa, algo que iba a contracorriente de los postulados políticos del estalinismo.
En 1928 Stalin había promulgado su Primer Plan Quinquenal que se oponía a cualquier intento de apertura y progreso hacia corrientes occidentales; se instaba a conservar las estructuras del poder comunista dentro de la vida cultural soviética.
La obra pasó al olvido y nuevamente, en 1974, es decir, 44 años después, volvió al Teatro de la Ópera de Moscú dirigida en lo escénico por Boris Pokrovsky y en lo musical por Guennadi Rozhdestvenski, uno de los músicos que ha trabajado e investigado toda la obra de Shostakóvich.
El Tema8.com señala que 11 meses después de ese reestreno, el autor de la ópera Dmitri Shostakóvich, que había asistido después de sufrir un problema cardíaco murió.
Esta ópera fue presentada en marzo del año pasado en el Teatro Real de Madrid. El Cultural de España califica a la obra de “apabullante, extrema, una explosión de neuronas agitadas a mil por hora y sin apenas sosiego”.
Al terminar las casi dos horas de representación escénica sin interrupción el público respondió con calurosos aplausos, señala el mismo El Cultural.
Casi 100 años después, la obra del joven Shostakóvich, que la había concluido cuando tenía 21 años, solo que la estrenó tres años después, mantiene su fuerza sonora.
La historia de Gogol, que es de miedo y no de broma, como dijo Shostakóvich, ocurrió en la época zarista, pero al músico ruso se le ocurrió crearla en pleno auge del bolchevismo.
Su inconformismo musical fue una de las causas de “una violenta reacción de las autoridades soviéticas que proclamaban un realismo socialista, cuyo lema era la expresión musical de las ideas y pasiones que motivaban a los héroes de la lucha socialista”, anota el musicólogo Roger Alier en la ‘Guía universal de la ópera’.
Con ‘La nariz’, la misma fuente sostiene que este era el Shostakóvich de finales de los años veinte: ni tonal ni atonal, “pero rabiosamente rompedor, experimental, vanguardista y valiente”.