Contrapunto
El nacionalismo musical español ratificado por Granados
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
Actualizada:
Para la mayoría de los estudiosos, el creador más importante del nacionalismo musical español fue el musicólogo catalán Felipe Pedrell (1841-1922); y entre esos discípulos que se tomaron muy en serio esa idea figura Enrique Granados (otras biografías escriben Henrique) (1867-1916).
Rusos, finlandeses, bohemios, entre otros, habían sorprendido al mundo al crear un nacionalismo romántico que, hacia 1891, el erudito musicólogo Pedrell comenzó a predicar con la idea del retorno a la tradición y al arte netamente españoles.
Pedrell proclamaba: “Aspiremos las esencias de una forma ideal y puramente humana, pero sentados a la sombra de nuestros jardines meridionales”.
Así se comenzaba a escribir la nueva música española, se empezaba a desarrollar su arte; músicos tan importantes como Isaac Albéniz (1860-1909), considerado el más fidedigno representante de la música de España, surgió con fuerza.
Contemporáneo de Albéniz, Granados, pianista y compositor, hijo de padre cubano y madre gallega, nacido en Lérida, recibió clases de armonía de Pedrell y pasó a convertirse en uno de los más importantes representantes de la música española.
La épica, la lírica, los cantos tradicionales fueron inculcados por Pedrell a su discípulo, que logró enorme reconocimiento en toda Europa de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Poco después vendría Manuel de Falla (1876-1946), señala la musicóloga argentina Pola Suárez.
La poética de Granados -explica Suárez- se manifiesta en la canción y en la música para piano: “es un estilo en el que el sabor español se expone más discreto e íntimo”. En su obra destaca una vinculación cultural con Francisco José de Goya (1746-1828), que se refleja a través de la alusión constante de los majos, típicos personajes madrileños tan resaltados por el arte y la literatura española, sostiene la misma musicóloga.
El Madrid de Goya se convierte entonces en un poderoso incentivo para la creación musical de Granados, donde sobresale su obra 'Goyescas para piano', opus 19, que lleva por subtítulo ‘Los majos enamorados’, escrita en 1919.
De las Goyescas para piano se derivó la ópera homónima y después sus ‘Tonadillas’. Un dato importante, según Wikipedia es que “no existe una correspondencia exacta entre cada una de las piezas y un cuadro del pintor en particular”.
La obra intenta describir una atmósfera y no una descripción musical de escenas concretas, tal como ocurre con los 'Cuadros de una exposición', del compositor ruso Modesto Mussorgsky (1839-1881).
Los historiadores de música consideran que las '12 Danzas españolas', opus 37, fueron las que alcanzaron mayor reputación dentro del repertorio pianístico de Granados; es notoria además la influencia de Chopin.
Músicos del nivel de Saint-Saëns, Cui, Fauré y Grieg elogiaron efusivamente las danzas de Granados, lo cual contribuyó a que su nombre alcance un alto prestigio en Europa. Granados entró al campo de la lírica con María del Carmen (no confundir con Carmen, de Bizet), ópera en tres actos con libreto de José Feliú i Codina, estrenada en Madrid en 1898.
Algunos musicólogos de la época llegaron a comparar a esta obra con la famosa ‘Caballería rusticana’ de Pietro Mascagni (1863-1945), que había marcado el comienzo del verismo en la música escénica italiana.
En 1887 Granados se fue a estudiar a París, donde conoció a Debussy y a Satié, tuvo la intención de ingresar al famoso Conservatorio de Música de la capital francesa, pero sufrió de fiebre tifoidea, cuando se recuperó ya había superado la edad y no fue admitido.
La tragedia del Sussex
Ya famoso en Europa, el músico español se lanzó a la “conquista de América”, su meta era llegar a Nueva York, que gozaba de una enorme fama por la calidad artística que se presentaba en sus teatros.
Sus danzas eran muy conocidas, lo mismo sus obras pianísticas. Se juntó con el famoso chelista Pablo Casals, quien estuvo en el estreno neoyorquino de sus Goyescas, fue tanta la aclamación que el presidente Thomas Woodrow Wilson (1856-1924) lo invitó a la casa Blanca.
Pero sentía el llamado a regresar a Barcelona y lo hizo en un barco que zarpaba hacia Londres. Estuvo pocos días en la capital inglesa hasta que parte con destino a Folkestone; mientras el Sussex surcaba el Canal de la Mancha recibió el impacto de un torpedo disparado por un submarino alemán.
El barco se partió en dos y la historia dice que el músico vio que su esposa trataba de sobrevivir en medio de un mar agitado y se lanzó al rescate, el mar se tragó a los dos. En esa tragedia perdieron la vida 800 personas… la Primera Gran Guerra estaba en plena vigencia.