Contrapunto
La extraña música de Stockhausen y la influencia de Messiaen
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
Actualizada:
¿Alguien podría imaginar que una ópera dure 29 horas y que se presente durante siete días seguidos o que en un escenario toquen al mismo tiempo tres orquestas con sus respectivos directores y que a ratos suenen todas en un mismo instante?
Sí, es difícil de creer, pero existió un músico alemán que hizo eso y mucho más: Karlheinz (Karl Heinz en otras biografías) Stockhausen, nacido cerca de Colonia en 1928 y fallecido en 2007 a la edad de 79 años. Fue discípulo del francés Olivier Messiaen (1908-1972) y continuó el mismo modelo atonal de Anton Webern (1883-1945).
Cuando presenté en este espacio editorial toda la historia de la Segunda Escuela de Viena, la música atonal y el dodecafonismo de Arnold Schonberg (1874-1951), Webern y Alban Berg (1885-1935) en algunas historias se mencionaba a Pierre Boulez y a Stockhausen.
No le presté mucha atención al músico alemán, considerado un genio de la innovación musical, hasta que en una conversación fue mencionado por el poeta y escritor cuencano Carlos Vásconez, el mismo día que presentó en Quito su más reciente novela ‘El hijo de las dos memorias’.
Vásconez se declaraba un admirador del músico, pero tenía poca información y yo carecía de argumentos para valorar o criticar al autor de más de 300 obras consideradas absolutamente revolucionarias y originales.
Fueron varios días de búsqueda de libros y de enlaces en las diversas plataformas para escuchar la música electroacústica, pero sobre todo preparar los oídos para oír unos sonidos a ratos extraños, la mayoría de las veces inentendibles.
Me llevó casi un mes de lecturas y de tratar de comprender de qué se trata la propuesta musical de Karlheinz Stockhausen; algo similar me había ocurrido con Messiaen, que sacudió el ámbito musical francés y europeo cuando estrenó su sinfonía Turangalila, palabra de origen sánscrito que deriva de lila (amor) y turanga (el tiempo que corre).
La gran novedad de esa obra es que usa un instrumento electrónico conocido como ondas Martenot, considerado el primer sintetizador en ser incorporado a una orquesta convencional.
Una de las principales musicólogas latinoamericana, Pola Suárez Urtubey ubica al músico alemán en un período denominado de la segunda posguerra, que genera una serie de corrientes inéditas tras el trauma de las dos grandes guerras europeas.
Para finales de la década de los cuarenta, Messiaen era una de las figuras más preponderantes de la nueva música y sus dos discípulos más distinguidos fueron Boulez y Stockhausen, que después de estudiar se interesó en la música electrónica, que se desarrolló con fuerza en Colonia hacia 1950.
Las lecturas me llevaron además al compositor ecuatoriano Mesías Maihuashca que, según Wikipedia, en 1966 viajó a Alemania con una beca para estudiar en la Escuela Superior de Música de Colonia y luego fue asistente de Stockhausen y miembro del equipo que viajó a la Exposición Mundial de Osaka, Japón, en 1977.
Esta categoría de música pone a disposición del compositor todo el espectro de frecuencias audibles para el oído humano, innumerables niveles dinámicos exactamente calculados y un infinito número de esquemas rítmicos basados en valores de duración, explica Suárez.
“La escuela alemana de Colonia tuvo como creador más importante a Stockhausen, quien ligó las posibilidades técnicas de la electrónica con el ideal weberniano de una música absolutamente pura”, dice la musicóloga en ‘Historia de la Música’, Editorial Claridad, Buenos Aires 2007.
En la obra Gruppen (1957) de Stockhausen la ejecución queda a cargo de tres orquestas, cada una de las cuales lleva su propio director. Los tres grupos tocan a veces libremente, en tempos diferentes, mientras en otros momentos se juntan o se responden en eco.
El musicólogo y crítico del New York Times, Álex Ross apunta que el clímax de Gruppen “es un salvaje estallido de percusión y un gran muro de ruido para las tres orquestas en tándem: una alucinación de trece compases, free jazz o avant rock adelantados a su tiempo”.
Y ensaya que “la enorme grandilocuencia de su diseño rememora las pinturas sonoras de Mahler y (Richard) Strauss y espectáculos wagnerianos como la llamada de Hagen a los vasallos en Götterdämmerung (‘El ocaso o crepúsculo de los dioses’).
Licht: Die sieben Tage der Woche (Luz: los siete días de la semana) es un ciclo de siete óperas que compuso entre 1977 y 2003, que suman 29 horas de música, tiene influencias japonesas, así como elementos judeocristianos.
En este video de YouTube se puede apreciar el ambiente de los músicos durante un ensayo.
Ross afirma que “ningún compositor demostró ser más infatigable a la hora de inventar o apropiarse de nuevas ideas, ambicioso a la hora de articular la misión histórica y espiritual de la vanguardia, más hábil a la hora de reunir los sonidos más recientes en espectáculos absolutamente desconcertantes”, como fue Stockhausen.
Anota Ross que el compositor se describió a sí mismo como el proveedor de cosas tan diversas como “música serial, puntual, electrónica, concreta, nueva música percutiva, especial, aleatoria, electrónica en vivo” y también “música cósmica”.