Contrapunto
Los mejores caprichos, español e italiano, fueron compuestos por rusos
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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No se trata de un antojo o el afán por poseer algo extravagante; un capricho en términos musicales es una obra compuesta de manera libre, sin la obligación de que cumpla el rigor de una sinfonía dividida en movimientos y tonalidades o de una ópera representada en número de actos o de escenas.
Como casi toda la terminología musical, el origen de la palabra es el italiano capriccio y las obras más reconocidas en todo el mundo son el 'Capricho italiano', opus 45, compuesto en 1880 por Pyotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893).
El otro es el 'Capricho español', opus 34, compuesto en 1887 por Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908), que cuenta con cinco movimientos continuos, sin pausa, denominados Alborada, Variaciones, Alborada, Escena y canto gitano y Fandango asturiano.
Comencemos por el primero, el de Tchaikovsky, que fue creado entre enero y mayo de 1880 durante una visita del músico a Roma y a sus monumentos como el Coliseo, a los museos e incluso a la Capilla Sixtina del Vaticano.
Muy al estilo de Rossini, esta obra tiene como característica los reiterados crescendos, basados en canciones y danzas italianas tradicionales.
Compuesta en un solo movimiento es posible notar que cuenta con tres secciones independientes. La primera es un andante poco rubato que recrea mediante trompetas los “toques de silencio” provenientes del cuartel Corazzieri Reali que todas las noches oía el músico desde su hotel.
A continuación, viene un pochissimo più mosso que retoma el tema inicial con graciosas melodías italianas y finalmente el allegro moderato, que es una tarantela de comienzo ágil y termina en un fortissimo de gran efecto.
En una biografía el compositor ruso explicaba así los propósitos de esta obra:
“He trabajado exitosamente durante los últimos días, y ya he preparado en bruto mi Fantasía Italiana sobre temas folklóricos, la cual, me parece, está destinada a tener un buen futuro. Será efectiva, gracias a sus deliciosos tonos, algunos de los cuales fueron escogidos de colecciones, y otros los escuché por mí mismo en las calles”.
Poco antes que Rimski-Kórsakov compusiera su Capricho, otros compositores como Ravel y Bizet se habían dedicado a escribir música española y como era habitual, lo que Francia convertía en famoso se replicaba a otros países y eso explica lo que hizo el músico ruso.
Como oficial de la marina rusa, Nicolái Rimski-Kórsakov visitó España y quedó deslumbrado por sus paisajes, su calor y color en verano, su folclor y en definitiva toda su cultura, coinciden las biografías.
Igual como ocurrió con su compatriota Mijaíl Glinka (1804-1857) que había visitado y escrito temas musicales españoles de profunda inspiración, Rimski-Kórsakov visitó España en el verano de 1887 y su Capricho lo estrenó en San Petersburgo.
El músico dijo: "Quise que España brillara con deslumbrante color orquestal. Los temas españoles, en aire de danza, me proporcionaron un precioso material para la realización de multiformes efectos orquestales".
Algunas biografías afirman que la primera intención del músico ruso fue escribir una Sinfonía Española, similar a la que había compuesto el músico francés Edouard Lalo (1823-1892), pero desistió y finalmente optó por un capricho.
Aunque se la conoce mundialmente como Capricho español, el nombre original de la obra se tituló ‘Caprichos sobre temas españoles’.
LA Phil comenta que esta obra también podría llevar como título ‘Capriccio russo-epagnol’ porque la composición es tan caprichosamente rusa como española, “siendo el hilo conductor las exóticas (léase gitanas) escalas y el diseño rítmico”.
En este artículo solo hemos comentado y resumido dos obras y dos músicos, ambos rusos, pero es necesario destacar que existen por lo menos 30 caprichos de similares características, aunque diferente en el caso de Niccolo Paganini, cuya obra es con violín solo.
Por ejemplo, el español Francisco Tárrega compuso un Capricho árabe, Stravinski uno para piano y orquesta, Mozart un capricho para teclado, Clemente uno para viola.