Matrix política
¡Que no se acabe marzo: mujeres en política!
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
Actualizada:
Estuve invitado en la semana a un evento magnífico: el VI Foro de Liderazgo de Mujeres en la Transformación Empresarial donde participaron mujeres lideresas del sector público, privado, gremial, ambiental, pueblos y nacionalidades…
Siempre es un motivo de alta satisfacción ver la llegada a pasos agigantados de las mujeres ya no sólo en el interior de estos espacios, pero en posiciones de alta dirección, gerenciales, directrices, en donde se toman las decisiones. Hay una consciencia muy grande en el ámbito empresarial del valor que producen dentro de las organizaciones, del aporte que son en varias de las aristas donde se desenvuelven, del liderazgo que han mostrado y su inmenso sentido de responsabilidad en las tareas que les son encomendadas. Hasta ahí, una gran alegría.
Pero, y como es algo normal en un ser humano, enseguida me pregunté ¿y por casa como andamos? Y por casa me refiero a lo que he decidido hacer los últimos 21 años de mi vida y la razón de ser de esta columna: la política.
He tenido (y tengo) el inmenso orgullo de haber trabajado (y trabajar) para algunas de las mujeres políticas más importantes de este país. Mis últimas cuatro jefas han sido efectivamente mujeres y eso, no sólo que ha creado un vínculo profesional para mi muy importante con ellas, sino que me ha permitido reconocer algunos rasgos comunes que tienen a la hora del ejercicio político en cargos de votación popular o de gobierno.
Aquí voy a anotar al menos cuatro:
1.-) Son gestionadoras por excelencia:
A diferencia de los hombres (y esta columna no pretende ningún tipo de valoración entre unos y otras, es meramente descriptivo), las mujeres si pueden dejan resueltos los problemas lo más rápido posible.
Las he acompañado por todo Ecuador, en los barrios más carenciados, en las circunstancias más difíciles y créanme, ellas no esperan a que les den el voto o que puedan regresar a sus escritorios, tienen una ejecutividad innata, hacen llamadas, hacen gestiones, se mueven por todos lados y si les es posible, dejan resueltos los problemas ese mismo día o tienen la persistencia necesaria para no parar hasta conseguirlo. Es una maravilla verles gestionar, son unas balas.
2.-) Son capaces de dejar el ego a un lado:
Carecen de lo que yo llamo el liderazgo “testosterónico”, ese que hace que los hombres se crean gallitos y que ningún otro gallo pueda cantar en su corral. Ese que hace que se insulten, se humillen y, como vimos con un par de dirigentes deportivos la semana pasada, quieran solucionar sus diferencias al estilo Neanderthal.
Las mujeres son capaces de sentarse con hombres y con otras mujeres cuando se trata de velar por un interés superior, cuando ven que para beneficio del país hay que dialogar, hay que charlar y hay que sentarse en una mesa.
3.-) Son bastante menos susceptibles de caer en corrupción:
Es evidente que en la viña del señor hay de todo y sería un pecado mortal de este columnista generalizar, pero hay varias estadísticas a nivel mundial que prueban (de manera estadística también, para que no me salgan con el simplismo de que hay más hombres que mujeres en política) que para las mujeres es bastante más complicado cometer actos de corrupción y esto tiene bastante lógica: normalmente las mujeres son las que velan por sus hijos (en muchos casos con la ayuda de los hombres) y saben perfectamente que sin ellas, los suyos podrían pasarla muy mal. Saben que sostienen y son piezas fundamentales de sus familias.
Pero va más allá: las investigaciones serias dicen que no sólo se da por su rol, sino que naturalmente tienen menos aversión al riesgo y lo que implica cuando se comete un acto de corrupción.
4.-) Tienen una capacidad de lucha y resiliencia sin límites:
Aunque no puedo dejar de reconocer que para mi la única parte dolorosa ha sido ver cómo sufren de violencia política, de ver cómo son menospreciadas muchas veces por los hombres (cada vez menos por suerte), cómo son atacadas por su condición de mujeres con temas estructuralmente machistas que jamás se las harían a los hombres, cómo son víctimas de juzgamiento por su apariencia, por su peso, por su maquillaje, por su ropa. Cómo son insultadas por trollcenters que buscan sembrar dudas en su vida sexual, como son racializadas y vejadas.
Y sin embargo ahí las veo siempre: de pie, listas para la lucha, con la seguridad de sus almas y consciencias limpias y siempre atentas para dar la pelea por la igualdad que seguramente las próximas generaciones podrán disfrutar.
Mi frase de cabecera: a igual capacidad, SIEMPRE es mejor tener la visión de las mujeres en mi equipo pues con ellas es el mundo y con ellas vamos a caminar. Hombro con hombro.