Canal cero
Mujeres, las primeras heroínas y pioneras de la agricultura
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Rara vez nos ponemos a pensar en que lo que comemos cuesta mucho trabajo producirlo. No apreciamos el esfuerzo que demanda la agricultura, tampoco entendemos que no existió siempre y fue una gran aventura humana inventarla y desarrollarla.
Y lo peor de todo es que asumimos que "el hombre inventó la agricultura", cuando en realidad esa hazaña se debe sobre todo a las mujeres.
En la búsqueda de alimentación más variada, las sociedades de cazadores y recolectores de lo que hoy es América Andina fueron aprendiendo a domesticar a las plantas y los animales, y a utilizar productos de los diversos pisos ecológicos.
Se desarrollaron técnicas agrícolas complejas, como terrazas de cultivo y canales de irrigación. La yuca, el maíz, y luego la papa comenzaron a cultivarse. Especialmente el maíz fue la base de la alimentación por milenios.
Pero la domesticación de las plantas no fue producto de la casualidad ni de la mera observación, como generalmente se piensa.
Fue un esfuerzo largo y complejo en medio del que se adaptaron para el consumo humano, a base de múltiples ensayos genéticos, plantas silvestres incomibles, que a veces eran hasta venenosas.
Por años se debió mantener en sitios específicos pequeños sembríos cuyos productos se iban mejorando con cada cosecha a base de innovaciones. Y eso lo hicieron fundamentalmente las mujeres que, por la necesidad de la crianza de los hijos, permanecían en los sitios de habitación mientras los hombres salían a la caza, la pesca y la recolección, a veces por periodos largos.
América ha contribuido al mundo con al menos dos de sus alimentos básicos, el maíz y la papa, que fueron cultivados en el actual Ecuador hace milenios.
Se afirma que el maíz llegó hace nueve mil años, procedente de Mesoamérica. Aquí fue sometido a un profundo proceso de selección y mejoramiento, lo cual permitió, milenios después, contar con variedades mucho más ricas.
Allí estarían las mujeres manipulando las semillas y mejorando los cultivos. Esa tarea, junto al esfuerzo de parir y cuidar a los hijos, cocinar y hasta ayudar en la caza y la guerra, era heroica. Así debemos reconocerlo.
Durante largo tiempo la agricultura fue de subsistencia, pero permitió el crecimiento de las comunidades, el aumento del número de sus integrantes y cierto nivel de estabilización espacial.
Así se consolidaron las sociedades complejas con las primeras aldeas agrícolas, donde se desarrolló la cerámica. Una diferenciación social e iniciales niveles de división del trabajo. La más antigua conocida es la denominada Valdivia, que floreció desde tres mil quinientos años antes de Cristo en la Costa ecuatoriana.
Se ha hecho famosa por la calidad de su cerámica, especialmente por las figurinas de Venus, pero se debe destacar que esta cultura, en sus diversas fases, muestra una sociedad que había alcanzado ya una especialización en la producción y el comercio.
Las primeras acciones heroicas de nuestra historia no fueron en la guerra sino en la lucha por la subsistencia. Las mujeres fueron las heroínas del desarrollo de la agricultura.