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¿Cómo salen adelante las mujeres en crisis?
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Últimamente, he leído sobre Simone Weil, filósofa judía que decidió actuar según su conciencia de una forma tan original, que se la compara con Charles de Foucauld, con Gandhi.
Sin buscarlo, Weil es actualmente considerada un ícono del feminismo por evidenciar la ambición natural de la mujer, que la impulsa a descubrir su vocación, siempre que no actúa en función de la aprobación de los hombres.
Ella misma, siendo una mujer hermosa, decidió “afearse” para ser auténtica y “no subordinarse a un mundo fabricado según el símbolo masculino”, dice su biografía.
Su preocupación por la desgracia de las clases más desprotegidas, la llevó a trabajar como obrera. Quiso entender en carne propia las angustias y esfuerzo de los trabajadores, descubriendo las condiciones infrahumanas de las fábricas de principios del siglo pasado.
Esta experiencia la llevó a luchar por mejorar la vida de las obreras -en especial- abogando por un nuevo orden social en el que fueran satisfechas las necesidades del cuerpo y del alma de todos, sin distinción.
Un siglo más tarde, coincidimos en que las mujeres somos seres humanos recursivos. Que hay un liderazgo en nosotras que impulsa a la familia y a la comunidad en cuanto nos proponemos.
La colombiana Ángela Buitrago nos muestra un micro-ejemplo: “mi mamá que es enfermera retirada ha aprendido a bordar, a tejer. La dedicación que ha puesto me impresiona. Pone paciencia, desbarata y vuelve a hacer y da una apertura increíble a la creatividad”.
¿Cuándo hay crisis en la vida de las mujeres?
- Cuando no consiguen trabajo o un ingreso fijo.
- Cuando no cuentan con la colaboración de la pareja en las labores de la casa y el cuidado de los niños pequeños.
- Cuando tienen que cuidar sin apoyo ni remuneración a un adulto mayor o una persona discapacitada de la familia.
- Cuando la pareja perjudica la economía del hogar, la armonía de este, o ambas cosas.
La crisis se traduce en un bajón de su acostumbrada energía. Viene la apatía y la depresión.
Volviendo a Weil, ella experimentó la situación de esclavitud de los trabajadores y la doble jornada de las mujeres.
Dice en sus escritos:
“La conciencia de mi dignidad y el respeto de mí misma han sido radicalmente destrozados en dos o tres semanas bajo los golpes de una constricción brutal y cotidiana”.
Cuenta que le sorprendió la sumisión de las obreras cuando, estando a un paso del techo de la fábrica, esperaron bajo la lluvia torrencial de una madrugada, hasta que los capataces las dejaran pasar. Cosa que no sucedió con los hombres.
La vocación de entrega que nos caracteriza ¿nos hace parecer sumisas?
Según el Banco Mundial, cuando las mujeres son responsables de todas las tareas de cuidado y las labores domésticas de su hogar, los encargados de reclutar personal para las empresas prefieren a los postulantes masculinos.
¿Cómo rompemos ese ciclo injusto?
- Empoderar a la mujer es también empoderar al hombre. Este (sea pareja, hermano, padre) debe compartir tareas para que ella pueda conseguir empleo.
- Abrir oportunidades laborales impulsa la vocación profesional de la mujer y la independiza al ganar dinero en su empleo o emprendimiento.
- Proveer de cuidado infantil accesible y de calidad, y de cuidado para el adulto mayor de la familia.
- Proveer de salud para ellas, motivándolas al autocuidado.
- Facilitar el acceso a una cuenta de ahorros y al manejo de plataformas digitales, a través de educación financiera.
Nazareth Castellanos, neurocientífica, habla de su propia experiencia al anteponer su trabajo a su propia salud.
“Aprendí el autocuidado cuando estaba embarazada porque me di cuenta de que mi hija estaría bien siempre que yo me cuide”.
El padre Juan Carlos Zesati es parte de la economía solidaria en un pueblo en México. Son comunidades pequeñas de semi-desierto con alta tasa de migración a Estados Unidos. Las mujeres son líderes en este pueblo, dice el padre.
La unión de pequeñas productoras que se interesaron en capacitarse y trabajar solidariamente en agroecología ha tenido un efecto multiplicador: alimentos sin agrotóxicos, preservación de semillas nativas, cuidado de la tierra, comercialización de productos con precio justo, autonomía.
Abrir una a una estas puertas, es posibilitar a que las mujeres recuperen su esperanza, natural motivación y provean ingresos y prosperidad para el hogar.
La empresa se beneficia al dar empleos seguros, bien remunerados y de calidad gracias al orden y lealtad de las mujeres, a su creatividad, colaboración, solidaridad, laboriosidad y a una ambición bien enfocada.