Canal cero
Monseñor Labaka e Inés Arango martirizados
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Héroes y heroínas del Ecuador
A fines de julio de 1987 el país recibió horrorizado la noticia de que monseñor Alejandro Labaka y una monja habían sido asesinados por los huaorani en la Amazonía. Ya en el pasado, los guerreros de este pueblo no contactado habían protagonizado actos de violencia, como la matanza de varios misioneros evangélicos en los años cincuenta.
Pero en esta ocasión, luego del shock, el hecho comenzó a ser visto de otra manera.
Alejandro Labaka, nació el 19 de abril de 1920 en Beizama, España, iniciando su vida religiosa como fraile capuchino a los 17 años. Luego de una estancia en China, vino como misionero al Ecuador y dedicó su vida a las misiones en la Amazonía y a estudiar a los huaoranis y su forma de vida.
Se le otorgó la nacionalidad ecuatoriana para trabajar en la selva amazónica. Tuvo un primer contacto con los huaorani en 1976. Fue adoptado como hijo de huaorani, Inihua y Pahua en 1977. Fue superior de la Misión Capuchina, prefecto Apostólico de Aguarico y consagrado Obispo del Vicariato Apostólico en 1984.
La misión capuchina se había comprometido a trabajar entre los huaorani y por ello enfrentó a las compañías que presionaban por acelerar la explotación petrolera. Monseñor Labaka, que había tomado en serio el compromiso evangélico, vivía una vida sencilla, sirviendo a la gente, en especial a los indígenas, víctimas de las compañías petroleras, de las enfermedades y de la influencia de la distorsionada modernización de la Amazonía.
La monja que lo acompañaba el día de su muerte fue Inés Arango. Pocos saben su nombre, pero fue una religiosa destacada. Nació en Medellín en 1937. De joven se empeñó en ingresar en la congregación de hermanas terciarias capuchinas.
Hizo profesión religiosa en 1956 y fue destinada a la docencia, pero soñaba con ser misionera y luego de 20 años de espera logró su propósito y fue destinada con un pequeño grupo de religiosas a la misión capuchina de Aguarico. Inés trabajó junto con sus hermanas en el hospital.
Monseñor Labaka se había propuesto establecer relación con los huaorani, asumiendo conscientemente los riesgos. Eran un pueblo guerrero y la irrupción del mundo occidental provocaba su rechazo, a veces violento. Además, entre ellos había enfrentamientos en los que era peligroso inmiscuirse. El obispo se preparó para su misión. Conocía las costumbres y había aprendido el idioma.
El 20 de julio de 1987 el obispo Alejandro e Inés, llevados por un helicóptero, descendieron en un claro de la selva en tierras de los tagaeri, un grupo huaorani.
Cuando los buscaron dos días después los encontraron muertos, con sus cuerpos traspasados por lanzas. Parece que un grupo en pugna con otro los consideró enemigos. Murieron traspasados en plena selva ecuatoriana en manos de quienes consideraba sus hermanos predilectos.
Habían dado su vida por amor a los indígenas. Fueron mártires de la fe en Dios y en los marginados, héroes de la lucha por la supervivencia de los pueblos amazónicos.