El Chef de la Política
Alexandra Vela y la sensatez que el Gobierno requiere
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Con muchos años de experiencia política entre cargos de elección popular y otros de designación directa, Alexandra Vela llega al Ministerio de Gobierno.
Aceptar ese cargo en un país en el que los acuerdos son la excepción y las críticas infundadas el pan de cada día, no debe ser una decisión fácil. Más aún en un gobierno débil y, como consecuencia de ello, con serias limitaciones para cristalizar sus ofertas electorales.
Por ello, lo que se espera de la nueva ministra es que ponga cordura, sensatez y que coloque los pies sobre la tierra del Jefe de Estado y de su entorno.
Dar una perspectiva realista sobre lo que se puede y no se puede hacer será, por tanto, el mayor aporte que Alexandra Vela pueda ofrecer al país. Siempre será preferible que el consejo suene demasiado conservador a que se construya sobre falacias que terminen por afectar tanto al gobernante como a la ciudadanía.
Guillermo Lasso llega al gobierno con 19,74% de votos. Ese es el respaldo popular del presidente a juzgar por el resultado de primera vuelta electoral, único referente del apoyo recibido por un candidato. Por tanto, Lasso es el Presidente con el menor caudal de votos desde el retorno a la democracia.
Ese dato no se debe perder de vista, como tampoco el hecho que la bancada legislativa oficialista, sin considerar la efímera y seguramente depredadora coalición actual, es de las más reducidas desde 1979.
A eso se debe sumar que CREO carece de una estructura partidista consolidada, lo que deriva en al menos dos limitantes. Por un lado, la insuficiencia de cuadros políticos para ocupar los distintos espacios de decisión pública; y, por otro lado, el débil enraizamiento en los distintos sectores sociales, especialmente entre los que pueden apoyar al Gobierno desde las calles.
La crisis económica y la pandemia son las variables del entorno que completan el complicado, pero cierto, panorama bajo el que la ministra debe operar.
No obstante, la ministra no debe caer en el pesimismo y en la inactividad, rasgos distintivos del gobierno anterior. Algunas medidas pueden ponerse en práctica de forma rápida en espacios en los que no se requiere aprobación legislativa sino una buena gestión desde los ministerios.
La acción del ministro Julio José Prado, al implementar rápidamente una reducción arancelaria que aportará de forma inmediata a la rehabilitación de un sector de la economía, da cuenta de lo dicho.
Lo propio con decisiones relevantes asumidas en poco tiempo en las secretarías de Estado dirigidas por Mae Montaño, María Brown o Sebastián Palacios.
Sin embargo, hay que estar claros que esto no alcanza y de cualquier forma se deben golpear las puertas de la Asamblea Nacional. En ese espacio quizás conviene empezar por lo que genera menos tensiones y dejar para luego, o quizás archivar definitivamente, lo que solamente causará conflicto y tensión.
La reforma laboral, por citar un tema, puede ser viable si se aceptan ciertas demandas de algunos sectores legislativos. Para conseguir los votos suficientes, la ministra debe conversar con todas las fuerzas políticas y esencialmente con la bancada de UNES.
La ministra Vela sabe bien que en la Asamblea Nacional no solo es cuestión de argumentar sino también de sumar y restar y allí la primera fuerza política del país no puede ser dejada de lado.
En la misma línea, si hay temas que abiertamente se conoce que no tendrán los votos suficientes, no tiene sentido siquiera plantearlos. Una reforma tributaria que implique incremento de impuestos, por ejemplo, está condenada al fracaso desde el inicio. UNES, Pachakutik, PSC no van a dar sus votos y seguramente a esas bancadas se sumarán otros asambleístas.
A cambio de ello, bien haría la ministra Vela en aconsejar una reforma estructural del SRI para que desde allí se mejore el cobro a los evasores de impuestos. Eso daría muchos recursos al Estado y generaría una reputación favorable al Gobierno. A los prestamistas internacionales hay que decirles lo que se puede hacer, no los que desean escuchar.
En el campo de la seguridad, la tarea de la nueva ministra no es menor. Ecuador vive un problema estructural de violencia que no se combate solamente con paliativos. Se requieren reformas integrales en varios ejes y allí el apoyo de la Policía Nacional será vital.
En esa institución hay generales reconocidos por su profesionalismo e integridad ética.Varela y Luna son algunos de los más destacados.
En lo penitenciario, la deuda heredada por este Gobierno es igual o más grave. El SNAI funciona cada vez peor y requiere decisión política no solo su reestructuración, sino también dar término a una de las mafias más despiadadas que tiene el país y que involucra a distintas instituciones y actores.
Ojalá en la larguísima lista de desafíos que tiene por delante la ministra se considere el tratamiento digno que merecen las personas privadas de la libertad.
Menudo encargo el que Alexandra Vela ha aceptado. Hay mucho por hacer y también mucho por discernir entre lo que el Gobierno tiene capacidad política y económica para enfrentar y lo que simplemente debe dejar para otro momento o quizás para otro período presidencial.
La ministra de Gobierno tiene un sinnúmero de encargos por delante, pero de ellos quizás el más difícil de sobrellevar será el de retratar al Presidente Lasso la cruda realidad, tal cual es.
Esa tarea, en principio básica y obvia, no siempre resulta tan fácil de manejar pues los aduladores y ególatras nunca verán bien a ese consejero que dice al gobernante las cosas como son.
Ojalá la Ministra Vela se encargue de inyectar sensatez al Gobierno.