Al aire libre
Mientras estoy lesionada, teletrabajo y pienso en lo bueno
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Mientras estoy lesionada, con una bota Walker en la pierna para curar el tendón de Aquiles, pienso en los buenos momentos.
Unos amigos y yo íbamos trotando rumbo a la cumbre del Ilaló y de pronto aparece una zanja profunda y ancha en medio camino y unos cuatro palos atravesados para poder pasar. Con miedo pasamos agachados, reptando. Yo me quedé en la mitad, temblaba y cuando me tendieron una mano, pude seguir.
En eso llega un deportista no tan joven con su bicicleta, espera a que pasemos, se pone la bici al hombro y da cuatro pasos hasta el otro lado. Qué 'paquetes' nos sentimos.
Cuando uno monta bici hay una solución criolla contra los perros. Eso lo descubrió mi amigo Fabián con su hermano, el 'Capitán' Gonzalo. En los paseos de bici hacían de todo, iban con palo, con piedra, con un silbato que ahuyentaba a los perros. Nada funcionaba.
Entonces llevaron un líquido paralizante en spray. Llega un perro furioso y Fabián saca el frasco, apunta bien a su hocico, pero el viento esparce el líquido a la cara del 'Capitán'. Éste se cae, gritando, y el perro lo muerde, Fabián lo defiende y el perro lo muerde también.
Tiempo después iban con un amigo en bicicletas, y en eso vienen los perros y el amigo saca de su bolsillo pedazos de pan y se los lanza. Todos contentos.
Mi profesor de Pilates me dice que me saque la bota Walker, que voy a perder todo el físico. Le digo que, hace unos 10 años, mi deportólogo me recomendó inmovilidad por 26 días. Eso me permitió trotar por muchos años más.
Terapia neural, descargas, hidratación con pinchazo, proteína para reforzar el músculo. He hecho de todo.
Prometo que cuando vuelva a correr, no voy a quejarme de nada y voy a ser feliz.
Para mí, correr no es un estilo de vida, es la vida misma.
¿Cuál ha sido mi mejor maratón? Boston. Fue y sigue siendo mi máxima alegría en el asfalto. Era flotar por el cielo, por las nubes. Cuando recuerdo ese momento vuelvo a volar.
Eso te lo da el trote, memoria de cuerpo entero.
Llegué a Boston con heridas de intentos y desilusiones. Me dije: llegué al final de mis sueños sin saber que Boston es solo el principio.
Y aquí sigo, perezosa, sin madrugar.
El cuerpo se acostumbra a estar inmóvil.
Pero tengo tiempo para filosofar.
Inspiradas en el reto de la filósofa Ilaria Gaspari, decidimos, con mi amiga Paula, dedicar cada semana a un filósofo.
Pitágoras fue el primero. Elegir caminos secundarios, aventurarse, decía él.
Tales de Mileto invitaba a estudiar el cielo cada día. Es un ejercicio increíble.
Spinoza propone encontrar a Dios en la creación.
Epicteto: acción ante lo que se puede y serenidad ante lo que no. Perfecto para mi situación.
Lo bueno es que no tengo que manejar gracias al teletrabajo.
Años atrás me encontré en un centro comercial con el presidente de una compañía de seguros. Yo estaba de vacaciones y me sorprendió verlo con blue jean y camiseta.
Le pregunté si estaba de vacaciones y dijo que teletrabaja tres días a la semana, que le ha cambiado la vida, que no ha perdido una milésima de productividad, sino lo contrario, que es más creativo y, sobre todo, más feliz.
Le envidié. Dije, eso quiero para mi vida.
La pandemia me lo dio.
Un día teletrabajando desde un restaurante, escuché sin querer la conferencia por Zoom de un chico en la mesa vecina. Era el gerente de una Fintech ecuatoriana.
Me dije, Jeff Bezos debe hacer negocios desde un café cualquiera, estoy segura.
El mundo cambió, y los que siguen atorados en la oficina, congestionando el tráfico sin necesidad, están en el pasado.
Voy mejorando de mi lesión con una receta: enfoque. No hago nada que no me diga mi entrenador y mi fisioterapista. Ni siquiera camino a la tienda.
Además, después de los ejercicios, me pongo hielo en el tendón y alterno metiendo todo el pie en una infusión de manzanilla y jengibre.
Enfoque y acción.