El Chef de la Política
30 días del gobierno y la tercera vuelta electoral
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Antes se esperaban los primeros cien días de gobierno para evaluar la gestión presidencial. Ahora eso no es posible. Todo es tan rápido, dinámico, espontáneo, que llegar al día treinta sin someter al termómetro de la política al gobernante de turno tan solo serviría para ser tachado de 'noob' y eso, en un mundo digital en el que todos quieren ser membretados como 'pro', es inaceptable.
Desde luego, no reconocer estos términos es, precisamente, señal inequívoca de que el lector está en la época de los cien días.
En fin, dejando de lado el lenguaje de la cultura 'gamer' y de la generación Z, que cubre a los nacidos desde finales del siglo XX, hay que decir que en el caso del Presidente Lasso ha superado el primer mes de su paso por Carondelet … y ya le faltan solo cuarenta y siete para terminar su período.
Así se cuentan los tiempos en países como Ecuador, en los que la ausencia de acuerdos estables y las disputas particularistas impiden el diseño de políticas públicas que puedan ser consideradas parte de una agenda permanente y de largo plazo.
Políticas de Estado, en otros términos. El combate a la desnutrición infantil, la lucha abierta contra la discriminación hacia las mujeres, el afianzamiento de la laicidad del Estado y la transparencia en el manejo de los recursos públicos son algunas de esas que, en el equinoccial país, no suelen ser prioridades.
Bajo ese contexto, hay que recalcar que en este mes no se han registrado movilizaciones ni protestas sociales en contra del gobierno. Ese es, de por sí, un dato interesante en un país en el que por un quítame esas pajas las calles se caldean siempre y los presidentes caen, casi siempre.
Demás está decir que la marcha, la protesta, la movilización, son fundamentales y parte constitutiva de la democracia.
Tan fundamentales son estas formas de expresión ciudadana que solo están ausentes en las dictaduras consolidadas, como la cubana o la norcoreana, mientras se apagan de a poco en los países que están en tránsito a convertirse en regímenes plenamente totalitarios, como el de Venezuela o el de Nicaragua, del que tan poco se habla ahora a pesar de las atrocidades cometidas por el matrimonio durante las últimas semanas.
Pero de vuelta al caso ecuatoriano, la ausencia de conflictividad esencialmente se explica porque este es un gobierno que durante sus primeros treinta días no ha prestado demasiada atención a los temas que le pueden generar tensiones. Y bien ha hecho en actuar de esa forma.
Las medidas económicas que, en algún momento, deberá tomar el Presidente Lasso, las relacionadas con el régimen laboral y cuantas decisiones drásticas, pero necesarias, estén en carpeta de los ministros, sobre todo del que maneja los verdes, claramente deben esperar a recibir el respaldo ciudadano en la tercera vuelta electoral, aquella que se cumple en dos meses más, cuando el país debería estar vacunado mayoritariamente contra el Covid-19.
Si el gobierno cumple con esa meta, las medidas difíciles pueden venir. Si no lo hace, las cosas se le pondrán cuesta arriba al Presidente Lasso y contar los meses que le faltan para terminar el período ya no será tan fácil.
Por tanto, antes que tener en la mira una consulta popular o peor aún una reforma drástica a la Constitución altiva y soberana, en lo que el gobierno debe poner alma, corazón y vida, como dice el vals compuesto por Adrián Flores Alván e interpretado por Los Panchos y otros, es en vacunar lo más pronto posible a la población.
Bajo esa premisa, hasta que no haya inmunización generalizada o lleguen los primeros cien días de gobierno, lo que ocurra primero, el Presidente Lasso debe mantenerse como hasta ahora: prudente, con señales puntuales de cumplimiento hacia diferentes sectores e impulsando reformas clave para las que no se requiere pasar por la efervescencia de las pasiones políticas representadas en la legislatura.
Más allá de que en treinta días es difícil valorar los rendimientos de un gobierno, lo más importante ahora mismo no es lo que ha sucedido sino lo que puede venir en el futuro inmediato.
Si el Presidente Lasso, movido por la presión local o internacional, asume decisiones trascendentales antes de ganar la tercera vuelta electoral, la popularidad de la que ahora goza puede cambiar súbitamente.
Casos se han visto de presidentes muy bien valorados por la opinión pública un día y en el destierro a la mañana siguiente. No hay que caer ni en la desesperación ni en el abandono. Poco a poco se llega a ser 'pro'.
Hasta que el temporal cambie, es mejor asumir la etiqueta de 'noob' con tranquilidad, resignación y estoicismo.