Dato y Relato
El mensaje desde Jackson Hole que hundió al mercado
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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Los líderes de los principales bancos centrales del mundo y de los organismos financieros internacionales se reunieron la semana pasada en Jackson Hole, un bucólico pueblito turístico en las montañas rocosas del Medio Oeste de Estados Unidos.
Desde hace cuatro décadas, se realiza allí el Simposio Económico del Banco de la Reserva Federal (FED) de Kansas para analizar la situación y perspectivas de los mercados financieros y la economía global. Durante tres días, concentra la atención de banqueros, inversionistas y responsables de políticas y regulaciones financieras de todo el mundo.
Este año tenía un doble atractivo: por primera vez después de la pandemia, la reunión era presencial, y se daba en un contexto de alta inflación y volatilidad en los mercados de capital.
El mensaje que emergió de esta reunión fue contundente: la prioridad de las autoridades monetarias de Estados Unidos y Europa es reducir la inflación y harán todo lo que sea necesario para conseguirlo.
Jeremy Powell, presidente del FED de Estados Unidos, inició su intervención advirtiendo que su mensaje iba a ser corto, enfocado y directo. Y así fue: ratificó que su responsabilidad es la estabilidad de precios como base de la economía y que su compromiso es bajar la inflación al 2%.
Esto requerirá mantener una política monetaria restrictiva por un tiempo prolongado y un crecimiento por debajo de la tendencia. Reconoció que dicha política podía traer dolor a las empresas y a las familias, pero que no hacerlo causaría un dolor incluso mayor.
En la misma dirección se pronunció Isabel Schnabel, consejera del Banco Central Europeo (BCE), que también participó en Jackson Hole.
Tanto el FED como el BCE ya habían realizado afirmaciones muy similares a estas en meses anteriores. Sin embargo, lo que cambió en esta ocasión fue el tono tan duro del mensaje.
Los mercados reaccionaron inmediatamente con mucho nerviosismo: se convencieron de que vendrán ajustes agresivos de las tasas de interés, un frenazo en el crecimiento económico y un endurecimiento de las condiciones en los mercados financieros.
Muchos agentes económicos habían confiado en que el buen resultado de inflación en julio, que bajó de 9,1% a 8,5%, iba a moderar los anuncios de las autoridades monetarias. No obstante, en la reunión de Jackson Hole se dijo que un dato aislado no es suficiente para cantar victoria, y ahí se terminó la sonrisa.
El índice accionario S&P 500 cayó 3,8% tras las declaraciones de Powell, y siguió bajando los días posteriores hasta acumular pérdidas superiores al 5%. Las tasas de interés subieron un promedio de 0,2%, especialmente para los plazos más cortos, y el dólar se fortaleció un 2% frente a otras monedas de reserva.
Para muchos analistas, la respuesta del FED y el BCE, aunque algo tardía, era apropiada para controlar la inflación. De este episodio, los jerarcas monetarios globales destacan tres lecciones importantes:
- Los bancos centrales pueden y deben asumir la responsabilidad de generar una inflación baja y estable.
- Si la inflación persiste en niveles altos, las expectativas de inflación más altas podrían arraigarse, haciendo más difícil su estabilización.
- El daño sobre el crecimiento y el empleo es superior si no se actúa a tiempo.
Los próximos meses van a ser cruciales para evaluar la efectividad y credibilidad de la política monetaria. Los analistas estarán pendientes de fechas clave.
El 13 de septiembre se conocerá en el dato de inflación de agosto de Estados Unidos. Esto influirá la percepción de los mercados sobre la decisión que el FED adopte respecto a tasas de interés en su próxima reunión del 20 al 21 de septiembre. Se espera que el ajuste sea de otros 0,75%.
La Eurozona conocerá su inflación el 16 de septiembre, pero ya habrá tomado alguna decisión sobre tasas de interés en la reunión del BCE del 8 de septiembre. La mayoría de los especialistas igualmente apunta a un incremento de 0,75%.
Los bancos centrales de la región también enfrentarán un calendario intenso de decisiones monetarias. Perú y Colombia, por ejemplo, conocerán sus datos de inflación el 1 y 5 de septiembre, y decidirán sobre sus tasas de interés el 8 y 30 de septiembre, respectivamente.
En Ecuador, está previsto anunciar la cifra de inflación el 6 de septiembre. Si bien los precios se han incrementado recientemente, la inflación está muy por debajo de los países de la región.
Además, al ser una economía dolarizada, el banco central de Ecuador no tendría margen -o es muy escaso- para reaccionar con sus instrumentos monetarios y financieros. Su atención estará más centrada en lo que decidan en Estados Unidos y Europa.