Canal cero
Manuela Sáenz la heroína exilada
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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En Ecuador la gente conoce mucho a Manuela Sáenz por su relación amorosa con el Libertador Simón Bolívar. Pero sabe poco que fue una heroína por sus propios méritos.
Nació en Quito en 1797, hija natural del español Simón Tadeo Sáenz de Vergara y de la quiteña María Joaquina de Aizpuru y Sierra, que murió a partir del nacimiento de Manuela.
La esposa de su padre la trató con cariño. Fue entregada al monasterio de monjas conceptas para recibir educación elemental. Luego pasó al de Santa Catalina, donde aprendió a bordar, a elaborar dulces y buenas maneras, que se consideraban necesarias para las señoritas de la época. Desde entonces se destacó por su personalidad independiente.
En 1817 se unió, en un matrimonio arreglado, con el rico comerciante inglés James Thorne, mucho mayor que ella.
Con él viajó a Lima y realizó actividades de apoyo a la independencia, por lo que recibió en 1822 la distinción de "Caballeresa del Sol" de José de San Martín. Regresó a Quito ese año y, luego de la batalla de Pichincha conoció a Simón Bolívar, con quien entabló una realación amorosa.
En 1823 Manuela lo acompañó a Perú y estuvo a su lado en varias de las campañas, participando en ellas activamente. Tuvo destacada actuación en la batalla de Ayacucho, ganada por Antonio José de Sucre.
Cuando Bolívar marchó a Bogotá para hacerse cargo de la presidencia de Colombia, Manuela lo acompañó y vivió cerca de él, pese a las críticas de que fue objeto. Su esposo le pidió varias veces que volviera con él, pero Manuela lo rechazó manteniendo su relación con el Libertador.
El Congreso de Colombia le otorgó el grado de coronela por su contribución a la causa patriota. El 25 de septiembre de 1828 ayudó a Bolívar a escapar de un intento de asesinato. Por ello se la llamó 'Libertadora del Libertador'.
Después de la renuncia y muerte de Bolívar en 1830 sufrió persecución y no pudo establecerse en Quito ni reclamar su patrimonio. Por ello tuvo que exiliarse en el puerto de Paita en Perú, donde vivió muy modestamente de su trabajo, siempre leal a la memoria de Bolívar.
Fue visitada por importantes personajes de la época, como Giussepe Garibaldi y Simón Rodríguez. Murió en Paita en 1856. Sus restos se perdieron del cementerio local sin que nunca fueran recobrados.
Manuela despertó grandes odios y temores, no solo por la influencia que ejercía sobre el General-Presidente, sino porque representaba el activismo femenino en la política, un “tabú” de la sociedad de la época.
Fue una insurgente provocadora con opiniones radicales que desafió los convencionalismos de la sociedad. Con el tiempo se comenzó a reconocer sus méritos y se le “perdonó” por su liviana conducta moral, manteniéndola discretamente detrás del héroe principal.
En años recientes, de la disculpa a regañadientes por su vida pública, se pasó a la exaltación de sus acciones de valentía y de renuncia. Benjamín Carrión declaró que en la Independencia en el Ecuador hubo “solo heroínas”, una de ellas, Manuela Sáenz.