Al aire libre
Las madrugadas con Rita y las flores del jacarandá
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Cuando salgo a correr de madrugada casi siempre me topo con Rita. Ella camina sola o con amigas. Su persistencia me impacta, y su estilo también. Es rubia, desenvuelta, con ropa oscura que difumina su silueta en la niebla.
Después de estos meses de encierro volví a mis trotes mañaneros y Rita no asoma. Pregunto a un guardia, nada. Al panadero, nada. Entonces una amiga suya me informa que ella no sale desde el día en que comenzó la cuarentena.
Me da su teléfono y le llamo. ¿Qué te ha pasado? Contesta: “no pienso salir todavía. Me da recelo. Mi hijo que es traumatólogo dice que esto va para largo.”
No me desanimo y le digo: Rita, quiero saber más de tu vida… Cómo convences a las señoras de salir a caminar. ¿Qué te motiva?
“Son 20 años que hago el mismo deporte: caminar dos horas diarias. La decisión la tomé por prescripción médica", me cuenta.
"Yo era bastante gordita -llegué a pesar 220 libras-, un día me dio un dolor en el pecho, me hicieron exámenes y me encontraron exceso de grasa, se me tapó la rama izquierda del corazón. Desde ahí empecé a cuidarme, a bajar de peso, una alimentación más moderada, evitando grasas y todo lo que me hacía daño. Fue una decisión personal”, dice al otro lado del teléfono.
Y continúa: “a mis amigas –somos ocho- les cuento que toda la vida fui deportista, yo jugaba voleibol, fui atleta en el colegio y eso te queda, pero a raíz de tener a mis tres hijos, engordé… vegetaba, vegetaba, sin moverme.”
Una buena caminata fortalece las piernas y el corazón, dice Adam Ford, en su libro Mindfulness para Caminar, la sangre va por todo el sistema circulatorio, la respiración se hace más profunda y abre nuestros pulmones al aire fresco.
Caminar es una buena manera de practicar mindfulness, de encontrar paz en el momento presente. Pero hay otro beneficio que no se suele mencionar: es un ejercicio muy creativo. La palabra recreación significa justamente eso: crearnos de nuevo.
“En la cuarentena estoy haciendo más ejercicio que en la calle”, dice Rita. “Bicicleta, caminata y bailoterapia, pero extraño salir, ver a las chicas, la paz, los colores. La caminata nos da ganas de vivir, yo llego a mi casa y me sigo riendo. Recién rodé la grada y aún me duele la espalda y el omóplato. Me vio mi hijo y dice que si no hiciera ejercicio podría haberme roto la cadera, las piernas, que tengo huesos fuertes.”
Rita no tiene pintas de abuela, aunque tiene tres nietas. Con sus amigas, algunas mayores, comparte las mismas inquietudes y bromas. “La gente nos debe creer locas con tanta risotada. Fue una amistad tan inesperada, íbamos encontrándonos en la calle y cada quien se unía, nadie nos presentó.”
Rita Mera me inspiró a salir a caminar hoy. Tuve varios puntos de vista: las flores de los jacarandás estaban en el piso con su color lila chillón. El Ilaló se veía apetecible, medio húmedo, medio nublado. Mis pies pisaban firme y en silencio, dejando oír los pájaros.
Fui liberando la mente de cualquier nudo hasta dejarla rezagada entre las piedras. Volví ligera a desayunar y aquí estoy, en sintonía, creándome de nuevo.