Economía y Desarrollo
La luz de Quito se apaga por años de improvisación en el municipio
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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Fue el 10 de agosto de 1809, cuando en Quito se dieron los primeros actos para la Independencia. Esa fecha se marca como el inicio del fin de la Colonia, y le otorgó a Quito el calificativo de 'Luz de América'.
La ciudad cuenta, formalmente, con alcalde desde 1945; año en que se le dio esa denominación al presidente del Concejo Municipal. La alcaldía fue disputada entre los partidos liberales y conservadores, siempre manteniendo cercanía a los intereses de las élites económicas y sociales.
Hasta la fecha, 24 personas han sido alcaldes de Quito. Todos hombres. Cuatro designados por Decreto Supremo, durante gobiernos militares. Destaca entre ellos, Sixto Durán Ballén que, si bien ganó las elecciones de 1970 con el Partido Social Cristiano (PSC), se mantuvo en la alcaldía hasta 1978, gracias al apoyo de las dictaduras de José María Velasco Ibarra y de Guillermo Rodríguez Lara.
Con el retorno a la democracia, la alcaldía estuvo en manos del Partido Liberal Radical Ecuatoriano entre 1978 y 1984 (Álvaro Pérez y por sucesión Luis Andrade Nieto) y del Partido Demócrata, que se formó del anterior, entre 1984 y 1988 (Gustavo Herdoiza); y desde 1988, por 12 años, de la Democracia Popular (Rodrigo Paz, Jamil Mahuad y, por designación, Roque Sevilla).
A partir del año 2000 la alcaldía estuvo en manos de la Izquierda Democrática con Paco Moncayo por nueve años (y unos meses Andrés Vallejo por sucesión) y de Alianza País, con Augusto Barrera, durante cinco años.
De una forma u otra, con gustos y disgustos, y siempre bajo observación de las élites sociales y económicas, la alcaldía se ha relacionado con un proyecto político, y una idea de ciudad.
En 2014, sin embargo, Mauricio Rodas asumió la alcaldía sin ideología, sin proyecto y sin experiencia.
Su legado es un vacío de liderazgo en el municipio y en la ciudad, que dio paso al predominio de intereses inmobiliarios por sobre la planificación territorial, y al deterioro de las capacidades de gestión de las instituciones locales. Es evidencia de que la improvisación hace daño.
En 2019, en un escenario de fragmentación, se presentaron 18 candidaturas a la alcaldía (12 más que en 2014). Jorge Yunda triunfó con apenas el 21,4% de los votos y tres escaños en el Consejo Municipal que se compone de 21 concejales.
Su administración ha estado marcada por rotación en las autoridades del municipio, denuncias de corrupción, y una pésima gestión del Concejo Metropolitano, para cerrar con la inestabilidad jurídica generada para evitar ser destituido.
Son siete años de improvisación en el Municipio de Quito, sin obras emblemáticas, y sin poder siquiera inaugurar el Metro y establecer un nuevo sistema de movilidad. Es una ciudad a la deriva, que ha perdido capacidad de gestión, liderazgo y visión.
Quito pierde su luz, y esta no se recuperará en voces y manos de quienes representan intereses económicos que lucran de la plusvalía y de obtener privilegios en el uso del suelo, ni en las vanidades de concejales que han perdido toda legitimidad.
Si algo puede hacer el actual Concejo Metropolitano, por responsabilidad con la ciudad, es en unidad solicitar una resolución jurídica, que respete el debido proceso y brinde absoluta transparencia, para dar estabilidad al municipio; y establecer acuerdos mínimos de gestión hasta que se dé la transición democrática, y se vayan todos. Nada más.
La luz de Quito radica en los barrios y parroquias, que demandan atención con prioridad de los servicios y resoluciones que mejoren su calidad de vida. Esto pasa por dar cauce a nuevos proyectos que recuperen el liderazgo, con mayor participación, y una visión de ciudad para vivir todas y todos juntos, bien y en paz.