Para entender las luces direccionales del poder
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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En la época del PRI, cuando el chófer llevaba por primera vez al nuevo mandatario de México, le preguntaba: “¿Qué hago, señor presidente?”. La respuesta era: “Lo de siempre: ponga las direccionales para la izquierda y gire a la derecha”. Así funcionaba el Partido Revolucionario Institucional, esa mafia política que medró durante décadas de los logros de la revolución.
He recordado esta anécdota sobre las direccionales del poder al escuchar cómo se autodefinió un Daniel Noboa con chaqueta de combate fashion, cero kilómetros, ante la pregunta del entrevistador de la CNN:
“Nuestra ideología es un progresismo realista, de centro izquierda; creemos en un fuerte sistema de salud, en educación, en oportunidades, en dar asistencia social a los que más necesitan, respetando a la propiedad privada y a las empresas”.
Daniel Noboa
Aquí, realista significa pragmático, (me alío con quien sea y entrego la Justicia para poder gobernar) pero lo de centroizquierda hace rato que no significa nada. Como cuando Correa posaba de revolucionario cantando al Che Guevara, pero a continuación ordenaba reprimir a indios, maestros, médicos, feministas, ambientalistas y periodistas.
En la misma entrevista, cuando Noboa explica que los jóvenes se meten al narcotráfico por falta de educación, empleo y oportunidades, asume una posición progresista, distinta a la de Bukele, pero cuando no mueve un dedo para que su papá pague los 80 millones de dólares que debe al SRI, defiende a la más rancia oligarquía agroexportadora, a la que se pertenece.
Direccional a la izquierda, política a la derecha, lo de siempre. Por ello, el gran columnista colombiano Antonio Caballero zanjó hace 30 años esta vacua discusión con una frase lapidaria: “Gobernar es de derecha”.
No obstante, se vienen las elecciones y está al orden del día la tarea de ubicar a las organizaciones políticas y sus líderes. A falta de nuevas categorías, nadie tiene empacho en colocar a Leonidas Iza, por ejemplo, en la extrema izquierda porque en el libro ‘Estallido’ plantea la destrucción violenta del capitalismo para instaurar el indocomunismo.
Pero hilando más fino, esa tesis mariateguista de hace cien años lo define, al contrario, como un líder absolutamente reaccionario y milenarista. Tan reaccionario como Putin, que quiere restablecer a sangre y fuego el imperio de los zares.
En cuanto al centroizquierda, en los años 80 era la Izquierda Democrática la que ocupaba ese espacio. Sus posiciones eran progres y socialdemócratas, pero cuando dejaron de ser una opción de poder, sus dirigentes se entregaron a cualquier gobierno a cambio de una embajada.
Populista es otra categoría que ahora se la aplica a cualquier medida o movida política que tenga tintes populares. Antes, el líder populista decía encarnar al pueblo en su lucha contra los malos: la oligarquía, el imperialismo yanky, los medios de comunicación, el neoliberalismo. Ahora, todo se diluye y entremezcla: tanto Milei como Pablo Iglesias dicen enfrentar a ‘la casta’, categoría donde entra y sale cualquiera según las necesidades coyunturales.
Bien asesorado, Noboa sigue diciendo que no es ‘anti’ nadie, pero vienen las presidenciales y toca posicionarse. Un eje clave de esta campaña volverá a ser lo joven contra lo viejo y ahí Noboa no necesita disfrazarse: él es todavía el joven, mientras Correa, Nebot, Pachakutik, María Paula, representan todos los vicios del pasado.
Por ello, la estrategia de Noboa apunta a los de su generación, menores de 40 años, más del 60% del electorado. Y esa imagen se refuerza con su joven, guapa y elegantísima mujer, más la simpatía que despiertan sus guaguas. Una familia de postal que recuerda a John Kennedy, Jackie y la Corte de Camelot.
Pero que no nos diga Daniel que se ha hecho trabajando y que si la clase media sigue su ejemplo podrá comer postre cuando quiera. Eso suena a cinismo o estulticia. Es mejor que hablé poco para no equivocarse hasta la consulta. Después puede poner el señuelo de las direccionales para otro lado.