Con Criterio Liberal
Ojalá lleguen más marcas internacionales a Ecuador
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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La apertura de una nueva tienda de una marca internacional en Ecuador ha sido un motivo de alegría tanto por los puestos de trabajo que se han creado como para los clientes, que han hecho largas filas para estar en la inauguración, que fue toda una fiesta con bailarines y descuentos.
Hasta que se ven los comentarios en redes de demasiadas personas muy amargadas, quejándose.
Los argumentos son de lo más variado, pero en general se reducen a dos grupos: los que demuestran una profunda ignorancia económica y los que muestran una profunda arrogancia.
La ignorancia en economía es no entender que en el libre comercio el intercambio beneficia a ambas partes, aumenta la calidad de vida (pues se pueden comprar más productos más baratos) y la productividad (pues aumentan los mercados y la competencia).
Existe la obsesión de creer que solo la producción nacional fomenta la economía, cuando desde hace siglos sabemos que la especialización del trabajo y el intercambio permiten que haya más y mejor producción.
Al igual que, gracias a que los suecos no producen su propio café, ni banano, ni atún, ni flores, podemos los ecuatorianos producir todo eso y exportarlo, generando trabajo y riqueza.
Pero hay una obsesión con la producción, que es solo una parte de la cadena productiva. La ropa se fabrica con algodón o lana o poliéster que no se produce donde se maquila.
Y cada tienda que abre supone trabajo para los transportistas, almacenes, vendedores, abogados, contables, limpiadores, guardias…
Hay un tono de superioridad moral cuando se le dice a los demás qué deberían comprar y qué no, y se les tacha de "noveleros" porque les hace ilusión estar en la fiesta de inauguración de una tienda, cuando por desgracia en Ecuador no hay muchas fiestas de inauguración de llegada de nuevas marcas.
Y son críticas que se hacen con hipocresía y cinismo, pues prácticamente todos los ecuatorianos visten con algo de ropa fabricada en el extranjero, sea en su totalidad o en parte. Y eso está bien. Lo extraño es que no lo asuman y acepten que otros decidan comprar donde les plazca, como ellos compraron donde les plugo.
La cuestión, más allá de algunos comentarios en redes, tiene consecuencias.
Ecuador es uno de los países del mundo donde es más difícil abrir un negocio. Como para que encima las pocas empresas que lo logran tengan que verse sometidas a estas campañas injustificadas y empobrecedoras.
Pero es que esas leyes que impiden la llegada de negocios extranjeros responden a lo que vota la Asamblea, que es lo que gran parte de los ciudadanos demandan.
Si el discurso de una parte importante de la sociedad es contra las empresas que quieren invertir en Ecuador, y como ha quedado demostrado en este caso es un discurso bastante generalizado en el que parece que todo vale contra quien genera empleo y ventas, entonces aplaudirán que se pongan leyes cada vez más duras para que entren nuevos negocios.
Y claro que eso tiene consecuencias. Tiene consecuencias sobre los miles de empleos que no se crean, pues no hay inversión extranjera.
Tiene consecuencias sobre toda la competitividad que se pierde, pues no hay competencia en el país.
Y tiene consecuencias sobre la variedad que no disfrutan los consumidores, y las ofertas y precios más baratos que no pueden gozar.
Ecuador sigue siendo un país relativamente pequeño y relativamente aislado del comercio internacional.
Una de las principales labores que debería hacer el gobierno de Guillermo Lasso es integrar a Ecuador a los mercados internacionales, la integración en la Alianza del Pacífico y el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Pero para ello, primero hay que convencer a los ecuatorianos de sus virtudes, y parece que aún queda mucho por explicar y comprender.