Al aire libre
La lista de deseos antes de ‘marcar calavera’
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Todo comenzó hace años cuando el 'Pulga' Torres me pasó este dato: correr 60 kilómetros en etapas, atravesando tres de los más famosos parques nacionales de Estados Unidos.
La idea se quedó en mi bucket list. ¿Se acuerdan de esa película en que dos enfermos terminales, protagonizados por Jack Nicholson y Morgan Freeman, se topan en el hospital y deciden hacer un viaje para cumplir una lista de deseos antes de ‘estirar la pata’, ‘marcar calavera’ o como dicen en inglés: kick the bucket (patear el balde)?
Bueno, su lista se llamó the bucket list.
Como ellos, partí en octubre 2018 desde Quito a Las Vegas y de ahí en auto hasta Kanab, un pueblito refundido de Utah. Fui con las corredoras más divertidas y descomplicadas que hay: María Lorena Araújo (Maló), María Auxiliadora Dávalos (Aguita), mi hermana María José y yo. Silvio Giordi, esposo de Aguita, fue nuestro chofer, fotógrafo, chef y guía.
Llegando a Kanab había un letrero: Faltan 1,6 millas para 1600 sonrisas. La altitud, igual a Quito. Rodeada de montañas como Quito, si no que con rocas rojas. El clima de Quito: de día soleado y frío en la noche y madrugada.
La gente maravillosa y nuestra acogedora casita de Airbnb, ideal como centro de operaciones.
La noche anterior, a la carrera, tuvimos una conferencia con Timothy Olson, ex adicto apresado por drogas, que ganó dos veces y rompió el récord de las 100 Millas del Oeste.
“Correr salvó mi vida –dijo Timothy. Cuando empecé a correr, soñé con una familia, con una conexión entre la naturaleza, los animales, y yo. Correr me hizo descubrir la persona que yo sabía que estaba dentro de mí”.
“No olviden el silencio durante la carrera –añadió. Ustedes pertenecen a esto, sigan su destino. Los retos exploran el alma… encuentren el propósito de su vida”.
Con esas palabras y en medio de la lluvia, largamos la etapa de Bryce Canyon. Era la primera carrera de montaña de María Jo y empezaba así… Se nos encogió el corazón.
Pero ya estábamos ahí y solo teníamos que dar el primer paso.
El Templo de los Dioses, como le llaman a esta zona, es majestuoso, con raras formaciones rojas o ‘hoodoos’. Según dicen, eran personas petrificadas por los dioses por no portarse bien.
Bajamos los senderos como balas. Nos recordaban a los chaquiñanes donde entrenamos: el Coturco, las Antenas del Pichincha, la bajada del Teleférico.
En esos días estaba leyendo Wild, el viaje de Cheryl Strayed por el Sendero de Cresta del Pacífico que recorre todo el oeste de Estados Unidos.
Iba como ella, sintiéndome hoja, árbol, piedra. “Era mi vida como todas las vidas, -escribe Cheryl- misteriosa e irrevocable y sagrada. Tan cerca, tan presente, y tan absolutamente mía. Tan salvaje que había que dejarla ser”.
Camino a Zion, la segunda etapa, sentí dolor en el tensor derecho y me acordé de la ampolla ganada el día anterior.
El terreno era distinto a todo lo visto y entrenado en Ecuador.
Sube la roca, baja la roca. Rocas del tamaño del carro. ¡Qué lento avanzaba! Me costó una salvajada correr esos 20 kilómetros. Me dolía la pierna, pero el paisaje era tan sobrecogedor que paraba, respiraba, tomaba fotos y seguía.
‘El Santuario’ de torres, iglesias y catedrales de roca, y Gooseberry Mesa, fueron duros pero inolvidables.
La última noche de campamento ya nos llamaban “las Marías” y teníamos algunos amigos, entre ellos a Jeena que practica Parkour o moverse en rutas urbanas, saltando, corriendo, trepando con una habilidad impresionante. Ella corría descalza.
La última ruta –el Gran Cañón- resultó ser tan técnica como solo Marte debe ser.
Fuimos con garra, pero el territorio nos esperaba con garra también: arena, espinos, rocas filudas, piso como techo de teja roja.
Iba un buen rato luchando contra el sendero y miro el reloj: había avanzado 500 metros. Entonces saqué hasta la última gota de esfuerzo motivada con el desierto y con los corredores élite que volvían por el mismo camino, saltando como el velociraptor.
"Te mides por las personas que se miden por ti." Es una frase de The Bucket List. Inspirar a otros con pequeñas o grandes acciones, como estas flechas en medio de la soledad y la belleza.
¡Qué felicidad fue encontrarnos en la meta!
Las cuatro fuimos enteras y volvimos destruidas. Pero felices. Cada categoría estaba llena de más de 100 mujeres fuertes, pero los resultados fueron buenos: la Maló llegó entre las 10 primeras, la Aguita muy cerca, y yo en el puesto 17. María Jo, durísima, ganando posiciones.
¿Descubrí mi propósito? Sí creo: vivir cada día como si fuera de 30 horas o más, sacándole el jugo a la vida y compartiendo la alegría.
¿Qué hay en tu bucket list de aire libre y naturaleza?