Con Criterio Liberal
Mis libros que dan sentido de pertenencia
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Yo soy uno de esos que en la pandemia cambió de casa.
En la mudanza (ese momento horrible que no deseo a ninguno de mis enemigos… bueno, a algún socialista del siglo XXI sí) tuve que embalar todos mis libros, que quedaron en cajas, que al llegar a la casa nueva no consideré una prioridad desempacar, pues primero había que ocuparse de la cama, la nevera y del sofá.
Nunca creí que tener los libros en armarios me produciría tal incomodidad. Que el hecho de poder tener una librería, y en ella todos mis libros ordenados, me iba a dar tal sensación de hogar.
Al fin y al cabo los libros son como las fotos de la familia que ponemos en la casa, algo que nos da sentimiento de pertenencia, de ligazón con un pasado y con unos seres queridos que nos conforman a nosotros mismos.
En este caso nuestra familia intelectual, los que nos han formado leyendo (o no leyendo, pues no todos los libros que uno tiene son para leer, muchos son para consultar, ojear, o desear leer en algún momento).
Una de las cosas que más me han cambiado por el hecho de ser emigrante es el no poder tener una biblioteca completa.
Mis libros de infancia y juventud quedaron en España (y bien caro que sale traerlos al Ecuador), y gran parte de los que pude haber comprado durante mis años en Ecuador, decidí tenerlos en formato digital, pues siempre temía lo caro que me saldría llevármelos si alguna vez me volvía a mudar, y es que el emigrante siempre está en un cierto estado de precariedad.
Soy un entusiasta usuario del libro digital, por lo cómodo y barato que resulta leer en ese formato, más en Ecuador donde es toda una aventura conseguir algunas novedades editoriales o libros especializados.
Y aquí quisiera hacer un homenaje no solo a los libreros formales de Ecuador, sino a todos aquellos 'informales' que traen libros por encargo, como a los amigos que reservan algunos kilos en cada maleta para traerlos.
Pero lo que no me podría imaginar es que no tener los libros en papel, con sus lomos y sus títulos, con los nombres de sus autores que son como los recuerdos felices con amigos, algunos más cercanos que familiares y tan queridos, me iba a causar tal desazón; o mejor dicho, que solo al instalar mi biblioteca iba a sentir que tenía el nuevo hogar completo.