Tablilla de cera
Un libro busca contar la verdad sobre Leonidas Plaza
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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Un nuevo libro, que se presentó el 6 de marzo de 2024 en la sede de la Fundación Zaldumbide Rosales, busca contar la verdad sobre una de las figuras más maltratadas de la historia, el general Leonidas Plaza Gutiérrez.
Bien escrito por Rafael Arroyo, el libro se propone disipar los mitos y malentendidos que han plagado la memoria del caudillo liberal y dos veces presidente del Ecuador.
Y por lo bien documentado y expuesto, logrará su propósito en quienes lean el libro y se interesen por la historia.
Sin embargo, mucho me temo que las falsedades repetidas por más de un siglo, en especial por quienes se han dedicado a idolizar la figura de Eloy Alfaro, han quedado tan fijadas en la mente de generaciones de ecuatorianos que el efecto esclarecedor del libro demorará un tiempo para penetrar en la conciencia nacional.
Pero es un libro necesario, incluso en una época convulsionada y con preocupaciones más inmediatas como las que vivimos, rodeados de la narcopolítica, las metástasis y las purgas (imágenes médicas, las de la Fiscal General, ante el cáncer que se ha extendido en el cuerpo social y la necesidad de expulsar lo indigesto).
Y ¿por qué necesitamos estos libros de la historia de nuestra patria en épocas turbulentas? Porque la historia patria nos conecta con nuestras raíces, nuestra cultura y nuestra identidad como nación. Leer historia nos permite aprender de los errores y éxitos de nuestros antepasados. Hasta puede ser que sus luchas, triunfos y fracasos nos brinden valiosas lecciones para abordar los desafíos actuales.
Además, la historia patria está llena de relatos de resistencia, valentía y esperanza. Nos inspira a perseverar incluso en momentos difíciles y nos recuerda que antes hemos superado crisis, aunque, tal vez, no haya habido nunca un enemigo tan artero y feroz como el que hoy tenemos por delante.
Estas y parecidas reflexiones hice, al intervenir, como panelista, junto a María del Carmen Almeida, ante el público que acudió al acto de presentación de esta obra, publicada por Amazon, elegantemente diseñada en el Ecuador e impresa en Estados Unidos.
El libro, titulado “La verdad.- Leonidas Plaza Gutiérrez: víctima de su silencio”, aborda cinco cuestiones polémicas o, como dice su autor, “cinco temerarias acusaciones de las que fue víctima el general”.
En efecto, si lo recordamos, se ha responsabilizado a Plaza Gutiérrez de ser el culpable del asesinato de Eloy Alfaro y sus compañeros los días 25 y 28 de enero de 1912, y de la muerte de Julio Andrade en marzo de ese mismo año; de haber bombardeado Esmeraldas al reprimir la revolución de Concha en 1913; de haber servido no solo a liberales sino también a conservadores en Centroamérica en 1891, y de haber nacido en 1865 en Colombia y no en Charapotó.
El gran mérito del libro es que cada uno de estos temas es abordado con frontalidad: se narra los hechos sucedidos y sus antecedentes, se explica quién y cómo comenzó el infundio y se lo refuta con argumentos y documentos.
¿Y de dónde salen los documentos? De varios repositorios, pero Rafael Arroyo Alcívar ha tenido acceso privilegiado a uno clave: el archivo del Gral. Leonidas Plaza que se conserva en la hacienda Zuleta.
No era tarea fácil hurgar en dicho archivo. Felizmente, Arroyo tuvo la ayuda de tres amigos que colaboraron en la tarea: Rafael Cordero Aguilar, Santiago Crespo Seminario y Andrés Ponce Palacios, siempre acompañados, como lo reconoce él mismo, del “entusiasmo, dedicación y talento que me mostraron Álvaro Ponce Almeida y su mujer, Margarita Plaza Pallares, nieta del Gral. Plaza”.
El formidable acopio documental así logrado ha sido bien utilizado para desvanecer las ideas equivocadas respecto a cada uno de los temas. Se lo hace en la dosis adecuada, como puede medirse por la extensión de los capítulos.
El primero, demuestra en 80 páginas que Plaza no fue responsable del atroz asesinato de Eloy Alfaro y sus lugartenientes; el segundo, establece en 20 páginas que tampoco fue culpable de la muerte del general Julio Andrade; el dedicado a la absurda revolución de Concha y a probar que Plaza ni siquiera estuvo presente en el bombardeo de Esmeraldas tiene 28 páginas; el cuarto, que certifica que no traicionó a sus ideales cuando sirvió al régimen de Roberto Sacasa Sarria en Nicaragua, 30 páginas, y el último, que verifica que nació en Ecuador, 16.
Como se ve, los capítulos no son muy largos. Una concisión que se agradece, sobre todo porque va acompañada de una redacción precisa, correcta y hasta elegante, cosa rara en un ingeniero, con perdón de los ingenieros, que es la profesión inicial de Rafael. Lo que sucede es que, además, es un humanista, gran lector y aficionado a la historia patria, a la que hoy dedica mucho tiempo, y sobre cuyos personajes tiene algunos escritos, que por ahora son inéditos.
El subtítulo del libro explica la tesis central de Arroyo: el general Plaza fue víctima de su silencio, porque, en su manera de ser, caballerosa y contenida, “creía que la verdad saldría a flote tarde o temprano” y que el conocimiento cabal de sus actos lo absolvería ante sus conciudadanos y la patria.
Pero ya sabemos que no fue así: los primeros relatos torcidos o malintencionados, en medio de la feroz pugna entre las facciones del liberalismo, fueron tomados como verdades y, sin preocuparse de investigar, maestros y articulistas los han repetido ligera y cacofónicamente por décadas.
Pero ¿no es que la historia la escriben los triunfadores y la fracción que ganó fue el liberalismo de chaqué? Así fue, pero en el magisterio laico (y también en la oficialidad militar), la figura martirizada de Alfaro adquirió caracteres de ídolo, lo que llevó a perdonarle todas sus faltas y a cargar en los demás todas las culpas, falsedades que, en el caso de Plaza, Arroyo no duda de calificar de calumnias y rebatirlas.
Después de limpiar el campo con esta contundente refutación de las principales acusaciones que han afectado el prestigio de Plaza, su autor promete un segundo volumen con la biografía propiamente dicha del general. Será, sin duda, una nueva, destacada y necesaria contribución para esclarecer la historia de la Revolución Liberal y de sus principales actores.